Diario Extra

La arrebató de la muerte

Una joven cuenta el suplicio que atravesó al ser aplastada por un alud. No podía mover su cuerpo y cuando gritaba, el lodo se le metía por la boca. Su padre la sacó en pocos minutos, salvándole la vida.

- Quito

María Farinango no puede alzar la voz. Posiblemen­te porque su garganta está lastimada luego de llenarse de lodo. “Cuando mi padre me rescató, me dio la vida por segunda vez”.

Se para en el cuarto donde dormía. Lleva una pijama rosada y sus movimiento­s son lentos. Mira la cama aplastada por un alud que por poco a ella le quita la vida.

Sucedió la mañana del 27 de enero, en Guangopolo, parroquia al sur de la capital. Cristóbal Farinango, su padre, acompañó a una de sus tres hijas a tomar el recorrido del trabajo por el Puente 3, en la autopista General Rumiñahui. María aún dormía.

Eran las 07:30 y luego de media hora Cristóbal regresó. “Soy diabético y debo ponerme insulina”. Esa mañana le tocaba 20 miligramos del medicament­o. Cuando se sentó a coger el alcohol sintió que su casa se meneó como una hamaca. Al mismo tiempo oyó un ruido horrendo. Se dio cuenta de que un deslave sepultó una parte de la terraza de la casa de tres pisos. En esa parte hay una claraboya rectangula­r por donde entraron los restos de la loma.

“Grité a mi mujer para saber dónde estaba. Al mismo tiempo le vi a mi hija. Pregunté por María y ella no había salido”, dice. Corrió al cuarto de María. Vio que la puerta se atascó por el lodo.

Adentro, la joven vivía segundos de terror. “Fue horrible estar atrapada entre tanta tierra”, describe. No solo el alud la paralizó, sino también el pánico. Mientras hacía lo posible para gritar -creyendo que la escuchaban-, la tierra se metía por su boca. “Sí pensé que moriría”.

Sus ojos se cerraban. Poco a poco perdía las fuerzas. Afuera, Cristóbal golpeaba la puerta con toda la potencia de su cuerpo. No era suficiente. Fue entonces que decidió patear le puerta.

La madera se rompió y logró entrar. “La tierra le había sepultado más del medio cuerpo a mi hija”, relata. A la vista estaban sus pies. Los vidrios rotos se mezclaron con el alud. Eso causó que Cristóbal se cortara los dedos. No importaba porque la vida de su hija estaba en peligro.

María escuchaba, a lo lejos, a su papá. “No podía mover ni mis brazos. Estaba totalmente tapada”.

El hombre ya no pudo retirar la tierra, por lo que jaló a su hija de los pies. Sus parientes llamaron a los socorrista­s. La chica, de 22 años, estaba desfalleci­da. Cristóbal la puso de costado y el lodo empezó a salir de su boca.

Los paramédico­s de los bomberos llegaron al punto. La embarcaron en una ambulancia y la trasladaro­n a un hospital cercano. Regresó a su casa en la noche, pero el miedo y la destrucció­n de su cuarto impidieron a María que volviera a dormir con tranquilid­ad.

DATOS

Farinango explica que los técnicos que analizaron el caso le detallaron que posiblemen­te la tierra se movió por filtración de la lluvia.

12

HORAS

aproximada­mente estuvo internada en el hospital.

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Fotos: Henry Lapo / EXTRA 2
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1. María Farinango entró nuevamente al cuarto donde reposaba y contó los minutos de angustia que vivió debajo de la tierra. 2. Cristóbal Farinango detalló lo que hizo para sacar a su hija de entre los escombros. 3. Desde este talud se produjo el deslave que estuvo a punto de cobrar una vida. 3
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