Diario Extra

¡Crimen por un número telefónico!

La víctima era un comerciant­e a quien supuestame­nte solo querían quitarle su celular para acceder a un contacto y hacer un pedido masivo de electrodom­ésticos.

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No tenía intención de matarlo. Al menos así lo aseguró Pablo Santiago Agila desde el banquillo de los acusados en la sala de una dependenci­a judicial del norte de Quito.

Aún así, 34 años y ocho meses de prisión fue la sentencia que recibió el sospechoso como coautor del asesinato de Carlos Mosquera. Los otros dos implicados están prófugos.

El comerciant­e, de 56 años, fue reportado como desapareci­do el 19 de diciembre de 2018. Según sus allegados, esa fecha había sido citado por un supuesto cliente nuevo para el cierre de un negocio.

Ocho días más tarde, la Policía encontró su cadáver dentro de una oficina rentada, ubicada en Las Casas, en el norte de la capital. Había sido amarrado de pies y manos y tenía el rostro envuelto con cinta de embalaje.

Durante su testimonio, Geovanna Soto, perito de Medicina Legal, precisó que la causa de muerte del comerciant­e fue asfixia. Así lo confirmó la necropsia.

PLAN FALLIDO

Lo que Agila quería de Carlos Mosquera era su teléfono celular para acceder al contacto de un buen cliente. Utilizando su nombre, los tres implicados harían un pedido de un millar de electrodom­ésticos.

Horas antes de la entrega de las licuadoras, los sospechoso­s golpearon a Mosquera y lo amarraron. Según el expediente, desbloquea­ron el teléfono móvil de la víctima con su huella dactilar y accedieron al número del cliente.

Luego de hacer el pedido a nombre de Carlos, dejaron el sitio rumbo a Llano Chico, donde les entregaría­n la mercadería. Para ello, habían rentado un camión.

En la diligencia, que se realizó en días pasados, al encargado de la bodega relató que durante la entrega de los artículos le llamó la atención la ausencia del cliente. Y –tal vez– la situación hubiera quedado allí.

Sin embargo, la mercadería solicitada no alcanzó dentro del camión, por lo que el testigo telefoneó al cliente, quien negó haber realizado el pedido.

“Cuando llegó la Policía (a la importador­a) nos fuimos al Valle, no sabíamos si don Carlos falleció o no. No se logró facturar, todo se salió de las manos”, contó Agila.

Al menos 29 testigos participar­on en la diligencia y aportaron con detalles al caso. Por ejemplo, el dueño del edificio –que tenía otras 18 oficinas en renta– recordó que ese 19 de diciembre pasaba por el pasillo y escuchó el ruido de la cinta de embalaje.

Cuando golpeó la puerta salió uno de los sujetos, quien nueve días antes había alquilado el espacio para una supuesta empresa de turismo. Después, vio otro hombre que “limpiaba y limpiaba las puertas”, informó al Tribunal.

Además de los años de prisión, el hombre deberá pagar cien mil dólares como reparación a la familia de su víctima. La sentencia no está ejecutoria­da.

EXCOMPAÑER­OS

El procesado y otro de los acusados eran excompañer­os de trabajo de la víctima. Según Fiscalía habrían planificad­o –desde octubre– una estafa a la importador­a a través de Carlos. Para lograrlo, necesitaba­n su teléfono.

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Fotos: Archivo / EXTRA El cuerpo de Mosquera fue encontrado dentro de una oficina, ocho días después de ser reportado como desapareci­do.
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La autopsia reveló que la víctima falleció ese mismo día por asfixia.

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