Diario Extra

¡‘Quichuañol­raperos’!

Los músicos hacen canciones de denuncia y combinan su lengua madre con el español. En este arte encontraro­n una forma de expresarse.

- Andrés Altamirano V. / Quito

Fuyo Guaján vive en la comunidad de Peguche, en Imbabura. Se siente orgulloso de haber nacido en esa tierra, a pesar de las limitacion­es económicas que ha tenido en su vida.

Fuyo tiene 26 años y desde que tenía 20 comenzó en el mundo artístico como un exponente del rap.

Fue en 2014 cuando encontró en el género una forma de expresar lo que sentía y contar vivencias como cuando en casa no tenían para comer.

Viene de una familia humilde que se dedica a la creación y venta de artesanías. “Al tejido de chompas y sacos de lana... y hemos trabajado a mano porque no teníamos mucha maquinaria”, comenta.

Desde que era pequeño ayudaba en el trabajo a sus padres, sin descuidar sus estudios y el disfrutar de la Pachamama (Madre Tierra). Recordó que de niño solía meterse por los montes del cerro Imbabura y conectarse con lo que es él.

La música siempre le gustó y actualment­e forma parte de la agrupación Runa Rap que hace canciones callejeras y combinan el quichua y el español con la intención de mostrar cómo son las cosas en aquellas comunidade­s y que –según él– a veces pasan desapercib­idas.

Viste un jean y una camisa, pero no deja de lado su atuendo tradiciona­l: el sombrero y la trenza, llamada shamba, cuyo significad­o es fuerza.

Artistas colombiano­s como Tres Coronas o estadounid­enses como 50 Cent, inspiraron a Fuyo para seguir en la música. “Con el rap también quiero incentivar y educar para que no se pierda el idioma”, dice.

Por eso, junto a sus compañeros incluyeron el quichua, un idioma nativo que de a poco se ha ido perdiendo.

Cuenta que hay muchos jóvenes que ya no lo hablan, a veces por vergüenza y otras porque les parecen graciosas las palabras.

Él sintió de cerca la discrimina­ción cuando estaba en el colegio: lo obligaban a hablar solo en español o recibía comentario­s de que no podía jamás salir del campo.

Incluso, recibió golpes de quienes se suponía debían educarlo. A pesar de ello no se detuvo y cree que ha podido salir adelante y que en la actualidad la mentalidad de quienes manejan la educación y la sociedad ha cambiado. Está seguro que ahora hay más igualdad. Fuyo no canta solo, lo hace con otros compañeros, uno de ellos Rumiñawi Tomtaquimb­a, quien también es de Peguche.

Tiene 27 años y es comerciant­e, jamás ha estudiado música, sino que a través de sus propios medios ha podido aprender a manejar diferentes instrument­os, como el bandolín, flautas, la melódica y otros con los que ha aprendido sobre el bosanova, el jazz y el blues.

“Desde que somos pequeños, la música está en nosotros porque en el Inti Raymi siempre tenemos melodías”, dice. Por eso desde que era niño fue afinando su oído.

El rap le gustó porque en sus letras puede plasmar la realidad. Le agrada contarle al mundo cómo es el valle de Imbabura, pero también cómo es el sufrimient­o de la discrimina­ción de los mestizos a los indígenas y viceversa.

Cree que es impor

tante cambiar esas realidades porque a veces se normalizan ciertas actitudes y pensamient­os, en las que también se incluye el machismo, con el que no está de acuerdo. “Al final, son cosas que nos separan”, pues para él lo ideal es la

igualdad.

2014

FUE el año en el que Fuyo Guaján comenzó en el espectácul­o.

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Guaján junto a su compañero Rumiñawi Tomtaquimb­a son parte de Runa Rap.
Los artistas utilizan elementos tradiciona­les de su comunidad. Guaján junto a su compañero Rumiñawi Tomtaquimb­a son parte de Runa Rap.

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