Diario Extra

¡BURRAI ENTRE EL ASADO Y FÚTBOL!

El golero del Barcelona aseveró que la hinchada del equipo canario lo tiene sorprendid­o.

- Jerson Ruiz / Guayaquil

Las ‘manos’ de Barcelona no solo evitan goles, también son ágiles para la parrilla. Javier Nicolás Burrai tiene 29 años y como buen argentino es un ‘loco’ por el fútbol y un apasionado por los asados.

Su segundo nombre es en honor ala localidad donde nació, San Nicolás, en el gran Buenos Aires. Sacarle unas palabras es tan complicado como anotarle goles. Protege bien su intimidad. Prefiere que sus actuacione­s en la cancha ‘hablen’ por él, como lo ha hecho desde 2018 cuando llegó a Macará.

Pero ha decidido conversar con EXTRA. El golero abre las puertas de su hogar y, entre la preparació­n de una picaña, cuenta detalles de su vida.

Su novia Florencia, a quien conoció hace 11 años, asegura que Javier tiene todo para ser un gran chef. Él sonríe mientras continúa con su técnica de asado, enseñanza de su padre Óscar.

A conciencia la respuesta, ¿eres mejor en la parrilla o en el arco?

Me han dicho que en la parrilla soy bastante bueno. En el arco trato de dar lo mejor de mí, de aportar todo lo que pueda. En la parrilla, cuando me toca hacer o colaborar, también aporto todo, igual que en el arco.

¿Desde cuándo en la parrilla?

Desde hace poco, porque en la casa de mi viejo (papá) él era el dueño de eso. No dejaba que la tocara su hijo. Él sí es bueno.

Hace cuatro años comencé a experiment­ar y en 2019 pusimos un restaurant­e que teníamos en Ambato. Ahora con mi novia, cuando nos dan ganas, hacemos un asadito.

¿En Guayaquil no hay quién se encargue de la parrilla, es toda tuya?

Acá no hay nadie, papá está en Argentina y los amigos que ayudaban se quedaron en Ambato.

Al punto... JAVIER BURRAI va mañana a su cuarto partido en Copa Libertador­es ante el Sporting Cristal en Lima, Perú, desde las 19:30.

¿Cómo empezó su inclinació­n por el arco?

Desde los cinco años, con mi padre, me gustó el arco. No fui el golero que primero quiso hacer goles, desde siempre me incliné por ser arquero. Es una pasión que traigo desde muy chico.

¿Siempre se ha manejado con perfil bajo, calladito?

Siempre me he manejado así, como lema ha sido ‘trabajo y trabajo’. Tener humildad y equilibrio; no creerse ni tan bueno si me va bien, ni tan malo si tengo un día horrible.

Soy perfil bajo, tranquilo, entre menos se hable de mí, mejor; si hablan de mí, que sea por lo que hago en la cancha.

Usted pasó de la tranquilid­ad de Macará a la locura de Barcelona con más de 50.000 personas en el estadio.

Lo estoy asimilando, llevo tres partidos en el Monumental y es un cambio grande. Trato de estar lejos de los temas extrafútbo­l. Tengo que estar al 110 por ciento concentrad­o en todos los partidos y todo el tiempo. En Barcelona estamos obligados a ganar siempre.

¿Y qué experienci­a le han dejado esos tres partidos?

Es algo lindo, es una fiesta y eso debemos hacerlo jugar a nuestro favor. Ojalá que nos vaya bien en todo el año y que la presencia de la gente (en el Monumental) intimide al rival, eso ayuda.

¿La grandeza de la afición aumenta tu responsabi­lidad?

La responsabi­lidad te da el club y la hinchada te obliga a ser mejor. El equipo nos da todos los recursos para que podamos dar todo, pero uno tiene que responder. El hincha alienta y también obliga a que estemos peleando siempre todo.

¿Qué es lo que más te ha sorprendid­o de Barcelona?

Su hinchada. Esto es un fenómeno social, es similar a lo que es Boca o River en Argentina. Encuentras a un hincha de Barcelona en todo el país, me tocó vivirlo como rival. Son los únicos que llenaban las tribunas que les asignaban a ellos.

Me siento sorprendid­o por todo lo que el club le brinda al jugador. No estaba acostumbra­do a que me dieran todas las comodidade­s y recursos, eso es lindo, pero también te obliga a dar todo.

¿Cuándo empezó su acercamien­to con Barcelona?

Fue algo pasajero. En septiembre, antes de las elecciones (en Barcelona), hubo un llamado por un supuesto interés, pero muy en el aire. Lo traté con pinzas porque estábamos en competenci­a (con Macará), pero no fue tan fuerte. Se llegó a un acuerdo cuando me dijeron que tenía que venir a Guayaquil, ahí me puse contento y ansioso. Gracias a Dios se dio como quería.

¿Y ahora qué se viene?

Primero cerrar la llave con Sporting Cristal en la Libertador­es y seguir trabajando. Tenemos un gran grupo.

¿Con qué sueñas?

Estar a la altura de este equipo que es tan grande, poder campeonar con Barcelona, quiero quedar en la historia del club y seguir creciendo. Me trato de acoplar a este mundo nuevo que es Barcelona. Pelear el título es lo que sueño.

¿Siempre ha sido esquivo para las entrevista­s?

Trato de no hablar mucho, porque no me siento tan cómodo. De vez en cuando sí las doy, pero no soy tanto de entrevista­s.

¿Qué dice su familia en San Nicolás?

Con quien más hablo es con mi padre, él es muy futbolero; mi madre Adriana y mi hermana Ivana viven en Argentina; y Verónica (hermana), que reside en Suiza, siempre preguntan cosas todo el tiempo, pero no soy tan expresivo, no cuento demasiado. Están sorprendid­o por el mundo Barcelona, pero tienen que venir a ver lo grande que es.

¿Y al final cómo quedó con Macará?

Muy bien con todos, más allá de que no volvimos a hablar (con los dirigentes) después que me fui.

No hice nada ilegal al salir. Cuando se dio lo de Barcelona me vine, pero soy un agradecido de todo lo que viví con Macará en 18 meses. Así opina Lo primero que tenemos en mente es cerrar bien la llave con Sporting Cristal y seguir trabajando. Tenemos un gran grupo. Mi sueño es hacer historia en el equipo”.

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El arquero Burrai y su otra pasión, la parrilla. Dice que lo aprendió de su padre Óscar.
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