Diario Extra

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✓ Enterraron al hombre que no soportó tener mala suerte apostando a ‘la pinta’.

- Babahoyo, Los Ríos

Ni el pedido de su primogénit­a hizo que Oswaldo Candelario Vera, de 41 años, desistiera de apostar en la pinta (juego de azar) todo el dinero que tenía sobre la mesa.

Era como que si el movimiento de los dados al interior del vaso lo hipnotizar­a, tanto que podía quedarse horas sentado probando suerte.

La noche del sábado, su hija Mixi Candelario lo fue a buscar a un billar de la parroquia Febres Cordero, en el cantón Babahoyo, provincia de Los Ríos, porque a las 00:00 tenían que partir a Salinas en un tour que ella había organizado junto con unas primas.

Pese a la petición de que deje de jugar y regrese a casa para alistar el viaje, su progenitor se negó a retirarse de la partida que había empezado y, más bien, le sugirió que lo pase recogiendo luego.

Sin embargo, una hora después, el hombre llegó a la casa y entró directo al cuarto, donde se presume ingirió veneno en su intento por quitarse la vida.

A Candelario primero lo llevaron a una clínica y luego al hospital del Seguro Social de Babahoyo, donde dejó de existir a las pocas horas.

Pese al lavado gástrico que le hicieron en la casa asistencia­l, la sustancia tóxica ya había comprometi­do gran parte de sus órganos.

Mateo Bazán, cuñado del difunto, describió a la pinta como un juego ‘celoso’ que en un abrir y cerrar de ojos deja sin un centavo en el bolsillo. “Todos tenemos un vicio y el del difunto era ese, solo que desafortun­adamente no pudo controlarl­o y terminó en un ataúd”, comentó el pariente.

La pinta se juega en los billares de Mata de Cacao, cabecera parroquial de Febres Cordero. Al igual que las partidas de naipes, también tiene una gran cantidad de adeptos que apuestan desde terrenos hasta grandes sumas de dinero. “La pinta es un juego para ‘sabidos’, en el que incluso se ha llegado a apostar hasta la propia mujer”, explicó Bazán.

Pero más que un juego de azar, Mixi lo describió como algo maligno del que su padre jamás pudo salir. Ahora lamenta la muerte de su allegado y cree que alguna autoridad debería regular o intervenir los lugares donde se realiza esa actividad. “Hubo varias ocasiones en que mi papá perdió miles de dólares a post a ndo, y l os pr opi os amigos del juego se le burlaban con los billetes en la mano cuando le ganaban”, contó la joven.

Oswaldo tenía 8 años laborando en una bananera y sus amigos, los mismos que le dieron un último adiós, lo describier­on como un buen trabajador y muy respetuoso.

Así opina

La pinta es un juego para ‘sabidos’ en el que incluso se ha llegado a apostar hasta la propia mujer”.

MATEO BAZÁN Cuñado del difunto.

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Foto: TOF / EXTRA Los restos de Oswaldo Candelario fueron sepultados en Mata de Cacao.

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