¡El boxeo les dio la vida!
Dos viejas glorias del deporte de las orejas de coliflor contaron a EXTRA cómo los puños fueron su sustento económico.
Beber Espinoza y Luis ‘Tigre’ Castillo tuvieron largas vidas boxísticas y después de su retiro aún se sustentan en el deporte de las narices chatas, en ambos casos desde el banquillo de entrenamiento.
Espinoza tiene su propia academia en el norte de Quito, donde entrena a jóvenes de todas las edades. Este imbabureño, de 49 años, nunca llegó a certificarse como boxeador profesional, aunque la rama amateur del pugilismo siempre le dio sustento económico.
“Lo bueno del amateur es que siempre recibes un mensual de la Concentración Deportiva de Pichincha. Incluso ya de viejo, hasta mi último día en el boxeo, recibí mi mensual, que era modesto pero suficiente para vivir”, comentó.
Hace 15 años ‘colgó los guantes’, cuando tenía 34, después de haber alcanzado campeonatos nacionales y sudamericanos, además de haber sido ganador del campeonato panamericano, que Espinoza recalcó que no es lo mismo que un Juego Panamericano.
Esto porque los ganadores de dicho certamen obtenían cupos directos a los Juegos Olímpicos,
sueño que el pugilista nunca llegó a cumplir. “Estuve a punto de llegar a unas Olimpiadas. Llegué a un preolímpico y la otra forma de clasificar era sumando cierta cantidad de medallas, pero los cubanos nos hicieron pedazos en esa cantidad. Estuvo por entrar a los Juegos de Atlanta (1996)”.
El Tigre Castillo, en cambio, se desempeña como entrenador de boxeadores de alto rendimiento, y uno de sus destacados estudiantes fue el vigente Roger Guerrero. Él se retiró hace un año, precisamente con una pelea ante su expupilo.
Tiene 40 años y comentó que, a lo largo de su trayectoria, incluso cuando dio el paso a la rama profesional, el deporte siempre le permitió sustentarse
económicamente, aunque con una vida modesta, al igual que Espinoza, es decir, sin lujos. “Creo que lograr vivir de esto también es cuestión de suerte. Los boxeadores jóvenes muchas veces creen que de esto no se vive porque no se dedican lo suficiente”.
Espinoza y Castillo son amigos, colegas y hasta vecinos (trabajan en gimnasios que quedan uno junto al otro). Mientras conversaban con EXTRA, bromearon entre ellos y Espinoza hasta presumió de sus guantes de los 80, los que se usaban antes, que eran rellenos de crin de caballo y cuyo golpe era mucho más doloroso que con la indumentaria que se utiliza hoy en día.