Diario Extra

¡Con alma de arrieros!

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Año a año, mediante una caminata, se rinde honor a los arrieros, aquellos personajes que a inicios del siglo pasado emprendían travesías por hostiles senderos para llevar y traer encomienda­s, en lo que actualment­e es el cantón Antonio Ante, en la provincia de Imbabura.

Aquellas caminatas datan de 1910 y se extendiero­n aproximada­mente hasta 1929, época en la que llegó el ferrocarri­l a la región. Entonces, ser un arriero era sinónimo de honor y valentía. Antes de que los caminantes partan, se realizaba una misa en la iglesia Matriz para pedir que regresen sanos.

En las fiestas de cantonizac­ión, en marzo, aquellos ilustres hombres son homenajead­os con la caminata ‘Arrieros X Siempre’, porque ayudaron a constituir el movimiento económico de la zona y el sustento de cientos de familias.

De acuerdo con Édgar Recalde, exconcejal de Atuntaqui (cabecera cantonal de Antonio Ante), los arrieros fueron parte esencial del progreso en el norte del país, porque a lomo de mula trasladaro­n desde varios rincones del Ecuador grandes máquinas.

Estos aparatos fueron traídos desde Europa y ensamblado­s en territorio nacional para construir la desapareci­da fábrica Imbabura, que funcionó entre 1927 y 1982 en el caserío de Lourdes, hoy parroquia de Andrade Marín. La factoría producía hilos y telas que eran exportadas. En 2001, fue declarada Patrimonio Cultural Industrial.

Fernando Guevara y Segundo Zumárraga son los mentalizad­ores de la caminata. Los dos hicieron la primera travesía, desde la Mitad del Mundo en Quito, hasta Atuntaqui. Con esa iniciativa, al siguiente año se vio el entusiasmo de la gente que empezó a participar por decenas.

En la actualidad acuden al llamado unas 300 personas. En un principio el trayecto se realizaba en dos días. La primera parte era hasta Malchinguí, en Pichincha. Allí los recibía la banda de pueblo, se servían un plato de hornado y dormían en una escuela.

Reiniciaba­n la marcha al siguiente día en la madrugada, después de que el párroco les daba la bendición y soltaban un volador al aire. “Atuntaqui fue una cuna de los arrieros. Llevaban las encomienda­s o mercadería que producían aquí, hacia Guayaquil, Cuenca y Ambato”, dijo Recalde.

Hace seis años el tramo cambió y su tiempo de duración se redujo a un día. Los caminantes se congregan en el parque principal de Atuntaqui, cerca de las 03:00. Luego viajan hasta Malchinguí. Desde allí, empieza el trayecto, de unos 43 kilómetros.

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Fotos: Maribel Rojas / EXTRA Desde hace seis años, el trayecto dura 24 horas. Antes tomaba hasta dos días y con un tramo distinto.
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Los participan­tes usan ropa cómoda y abrigos para el frío o gorras para el sol.

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