¡Juegos que nunca mueren!
Mariana Ortega puso el ejemplo. La mujer demostró que a sus 55 años aún tiene la habilidad física suficiente para competir en una carrera de ensacados, un juego de tradición de nuestro país.
La fémina, moradora del barrio Letamendi, en Ambato, se ‘robó’ las miradas al saltar hacia adelante ágilmente, con sus piernas metidas en un saco, como se estila en esta divertida costumbre de antaño.
Y es que en la capital de la provincia de Tungurahua, hay quienes se empeñan en que se continúen practicando estos juegos, otrora típicos en cada rincón patrio. Por ello, cada que pueden se organizan para efectuar fiestas barriales en las que se promueven este tipo de actividades.
“Esperamos que estas acciones se multipliquen en la mayoría de barrios de la ciudad, queremos fortalecer el lazo de la buena vecindad”, asegura Ortega.
Esa memoria histórica se mantiene en otros sectores del cantón tungurahuense con similares eventos. En la Ciudadela Simón Bolívar, por ejemplo, los residentes se congregan de manera permanente para interactuar y desarrollar junto a las nuevas generaciones estas sanas formas de divertirse.
Hugo Solís es uno de los habitantes de la zona, a quien le gusta participar en estas jornadas. Él dice que, además, son encuentros en los que hay la oportunidad de conocer más a los vecinos y compartir con ellos.
El hombre comenta que en la primera reunión de este tipo que realizaron una semana atrás, hubo algunas recreaciones en las que él solía participar durante su infancia: el baile del tomate, el baile de la silla, atracones, ensacados, el palo ensebado y la carrera con la cuchara y el huevo.
Mariana Aguirre fue de las que más disfrutó, cuando en su barrio, Atocha, replicaron estos mismos juegos habituales en el siglo pasado.
La mujer, de 70 años, opina que es bueno recordar cómo los más chicos se entretenían por las tardes. En Atocha, era algo de todos los días ver a los pequeños jugar a las escondidas, la rayuela, los ensacados, entre otras cosas más que, incluso, ya han quedado olvidadas en el tiempo.
José Luis Pérez, quien también vive en Atocha, cuenta que allí se reunían para jugar a lanzarse unas bolas de acero, parecidas a las canicas, dentro de un círculo.
“Antes se hacían hasta torneos de este juego. Ahora se lo practica en pocos lugares. Estos eran los entretenimientos que formaron parte de nuestra cultura de antaño”, comenta el adulto mayor.