ALEGRÍA, LA ENGREÍDA DE MAPASINGUE
Cada uno pasa por la ventana de su casa y le entrega una fundita con comida o medicamentos.
Son las siete de la mañana y no se escuchan gallos, sino las voces de habitantes de una cuadra de Mapasingue Este, quienes uno a uno saludan (con un grito) a doña Alegría Pesantes, una mujer de 70 años, viuda desde hace seis, con diabetes e hipertensión. Pero su vida no es un drama, esta es tal cual lo refleja su nombre… alegría, y parte de esta dicha se la debe a su otra familia, sus vecinos, quienes desde hace 38 años (tiempo en el que habita en el sector) la han ‘adoptado’ como suya.
Temprano pasa Alisson Reyes llevándole pan integral para que desayune. Asomada en su ventana, llega un vecino, luego el otro, siempre hay uno al que no alcanza a reconocer, pero igual a todos saluda, sea que vayan caminando, en carro, moto o ‘bici’.
A eso del mediodía, la familia Vera Salvatierra l e pr oporciona e l a l - muerzo, siempre que pueden; o los Constante González se hacen presentes, pero la bendición no deja de llegar.
Otra de las vecinas que le ‘echa un ojito’ es Pamela Cajas, ella le compra los medicamentos y la comida. “Como es vulnerable y no puede salir por la pandemia, mi función es proveerle de los alimentos que necesita y la medicación para sus enfermedades. Me hace una lista en papel y la pasa debajo de la puerta. Le dejo las fundas en un banquito que tiene a la entrada de su casa y ella se encarga de la respectiva desinfección”, relata Cajas, quien tiene conocimientos de enfermería y asegura que gracias a Dios, doña Alegría no ha necesitado de sus cuidados en este tiempo de COVID-19.
Al parecer, el cariño del barrio le sube las defensas, el ánimo y la han ayudado a superar la soledad. “Dios permite lo que va a pasar y ya sabía que iba a estar sola un tiempo de mi vida, por eso me puso gente linda como vecinos, mi familia, porque en caso de emergencia son los primeros que corren hasta aquí”, cuenta la consentida del barrio.
CON WIFI Y TODO…
Para que doña Alegría sea más feliz, su vecina, Teresa Villacís, le compartió la clave de su wifi y así pueda estar en contacto con su hija y yerno, quienes viven fuera del país y están tranquilos al saber que ella se encuentra en un lugar lleno de solidaridad y unidad. Asimismo menciona que no le pueden faltar las conversaciones diarias con sus grandes amigas Yolanda (vía a celular) y con Alemania, a punta de garganta, pues ella vive al frente. Solo cuatro metros y medio las separan.
TERAPIA DEL ABRAZO
Diagonal a su casa vive María Angélica Vega, de cuatro años. Dice que con solo verla, de vereda a vereda, se contenta. De lejos la pequeña le grita “ma” y ella le responde “hija”. Posterior a ese saludo se intercambian abrazos y besos a la distancia, completando su día.
SE ACERCAN LAS 21:00
Y se vuelven a ‘afinar’ las gargantas, en esta ocasión para despedirse. Con un “ya me voy a dormir” los tranquiliza. Se apaga la noche y al día siguiente… empieza nuevamente la alegría del sector y su numerosa familia.
EXTRA LA ACOMPAÑA
En sus tiempos dentro de casa doña Alegría afirma que ve televisión, oye música, escucha la misa, reza, pero también separa su tiempo para realizar el EXTRAgrama, actividad que le hace olvidar los problemas que se pudieran presentar y, a la vez, hace ejercicio mental.