¡‘PUNTO’ EN SECO!
Las sexoservidoras deben tener una prueba negativa de COVID-19 para ‘camellar’. Las posturas deben garantizar el alejamiento facial.
Sin música ni ‘bielas’ para entrar en calor, todo por cumplir con los protocolos de bioseguridad.
El primer día de ‘camello’ estuvo un poco flojito, según las sexoservidoras. Hubo harto mirón.
No faltó el ‘sabido’ que quiso practicar una pose especial, pero lo frenaron a raya.
Arrimada a una pared, de pie y flexionando levemente la pierna izquierda, Dayanna dejaba ver a propósito sus voluptuosos glúteos. Su mascarilla azul combinaba con la lencería transparente que cargaba. “Hay que ser creativa para llamar la atención”, dijo riendo, mientras con sus ojos coqueteaba a los hombres que se le ‘paseaban’ en frente.
La mujer fue una de las sexoservidoras que ayer volvieron a laborar en el barrio de tolerancia, mejor conocido como ‘la 18’. La alegría se le notaba en el rostro. Y no era para menos. Luego de más de seis meses volvió a trabajar en el famoso reducto de prostíbulos de Guayaquil. Ya no tendrá que ganarse la vida en las calles rogando regresar a salvo a casa, como lo hizo en el último mes.
Confesó sentirse segura allí dentro porque hay guardias en las puertas de ingreso, por si algún usuario se comporta abusivo. Sin embargo, hay algo que le hará falta: ya no puede bailar sensualmente. La música que provenía de cada bar es cosa del pasado. Un pasado por ahora ‘pisado’ por culpa del coronavirus. No hay parranda. Las mesas que antes estaban llenas de ‘panas’ refrescando el ‘gañote’ con unas ‘heladitas’ lucían vacías. Y es que la venta de trago en la 18 está prohibida. Las aglomeraciones también. Esas condiciones son el mal menor por haber recuperado el ‘cuerpeo’.
“Los clientes venían y se sentaban con unas cervecitas. Eso como que les daba más ganas de entrar con nosotras”, recordó Dayanna. Acostumbrarse al nuevo ambiente le costará un poco. Y el remedio para eso parece ser la improvisación.
“Habrá que poner música en el cuarto con el celular”, sugirió la fémina, en una actitud positiva. Pero no hay mal que por bien no venga. Mientras haya trabajo, lo demás es ‘adorno’, reflexionó la sexoservidora, dueña de una cabellera negra y piernas robustas.
Brenda Rentería, propietaria de uno de los locales del sitio y dirigente de la asociación de dueños de negocios, espera que, a futuro, también les permitan reanudar la atención en los bares, asimismo bajo estrictas medi
das de bioseguridad.
¡PROTOCOLO HASTA EN LAS POSTURAS!
Para que los clientes ingresen al recinto del placer se siguen similares normas de bioseguridad que las que se implementan al entrar a cualquier centro comercial. Pero dentro de las habitaciones también hay normas que cumplir. Eso le quedó claro a Allan, uno de los primeros caballeros fogosos que fueron a gozar de un buen rato con una de las chicas.
A su salida explicó cómo lo atendieron y qué cambió en relación al acto sexual antes de la COVID-19. Lo primero que le dijeron es que no puede sacarse la mascarilla para nada. Y antes de la ‘acción’ lo desinfectaron con otro ‘baño’ de alcohol adicional al de la entrada. El momento más interesante del encuentro íntimo también tuvo sus reglas de ‘oro’.
“Hubo que conservar más de un metro de distancia en todas las poses (es decir, alejamiento de rostros). Normalmente uno se subía encima de la muchacha, pero ahora ya no permiten eso porque se tiene muy de cerca el contacto”, explicó el hombre.
Esa nueva modalidad de coito de no estar ‘pegaditos’ fue el cambio que más le llamó la atención a Allan, quien llegó a las 09:00 al lugar, una hora después de que empezaron a atender al público.
“Es un poco incómodo, pero hay que cumplir los protocolos por seguridad de nosotros mismos y de ellas”, recalcó el ciudadano.
A pesar del cambio, él se mostró complacido con el servicio. Mencionó que durante la época en que el barrio de tolerancia estuvo cerrado (desde el 13 de marzo) no quiso utilizar los servicios de las meretrices que estaban en la calle 17, a una cuadra de la 18, para evitar cualquier situación infectocontagiosa.
Allan pagó 15 dólares por el momento de pasión. Tres dólares más en relación al costo que se mantenía hasta antes de la pandemia. La nueva tarifa estaba exhibida en pequeños carteles colocados en cada centro de diversión del lugar. “Del precio no voy a decir nada porque es un trabajo duro para ellas”, opinó Allan.
Dayanna y sus compañeras indicaron que el alquiler de la habitación pasó de 2 a 3 ‘latas’ y que por eso ellas cobran un poco más, para no dejar de ganar en estos tiempo de ‘chirez’.
BRENDA RENTERÍA,
dirigente Se está haciendo que el trabajo sea con mascarillas, gel, alcohol y las medidas necesarias”.
HORARIO
El recinto de prostíbulos tiene permitido
atender de lunes a sábado, de 08:00 a
20:00.