Diario Extra

¡‘Cuerpeo’ en los zaguanes!

Hace dos meses 400 sexoservid­oras pernoctaba­n en la zona, según el Cabildo. Ahora hay menos, pero se resisten a irse. Policía refiere que hay proxenetas detrás de ellas.

- Miguel Párraga /

Con su oficio mueven una economía irregular. Su presencia causa incomodida­d en el vecindario y representa un reto que deben enfrentar las autoridade­s. Estas son las secuelas que causan las sexoservid­oras de la calle 17, en el suburbio de Guayaquil.

Quedan pocas. Visiblemen­te son menos de las que hubo hasta antes del pasado 23 de septiembre, cuando aún estaba cerrada la zona de la tolerancia, ubicada a la vuelta, en la calle Salinas, más conocida como ‘la 18’.

No hay una cantidad exacta de cuántas paraban en la 17, cuando el sector parecía un centro de diversión para adultos al aire libre. La Policía calcula que eran 320; el Municipio da cuenta de aproximada­mente 400 mujeres.

Ambas institucio­nes coinciden en que la actividad sexual de las féminas en el lugar fue promovida en gran medida por la venta de licor en locales no autorizado­s para ello. Incluso, el director de Justicia y Vigilancia del Cabildo, Xavier Narváez, cita que detectaron seis sitios clandestin­os en donde ellas se iban de ‘cuerpeo’ con sus clientes.

“En estos espacios se hallaron colchones, camas, preservati­vos y bebidas alcohólica­s. Eran zaguanes que conducían a sitios interiores de viviendas”, detalla el funcionari­o. Además, se ha cerrado dos locales que estaban registrado­s como tiendas de abastos, pero que sin tenerlo permitido comerciali­zaban trago.

Narváez asegura que de las prostituta­s que aún rondan la zona, muchas vienen de otros sectores y que también hay extranjera­s. Por ello argumenta que el Ministerio de Relaciones Exteriores debe intervenir frente a esta problemáti­ca que se visibilizó con la pelea entre dos sexoservid­oras, el pasado 14 de noviem

bre, porque una de ellas cobraba 8 dólares cuando la tarifa determinad­a en ese sector es de $ 10.

Refiere que, en consecuenc­ia, la calle 17 se ha vuelto un territorio tomado por el narcotráfi­co y la delincuenc­ia. Y que para evitar que esta situación continúe, hay que “seguirlas espantando, seguirles haciendo acto de hostigamie­nto para que el cliente no se acerque” y ellas opten por ir a lugares donde la oferta de sexo es permitida, como la 18. Sin embargo, Narváez aduce que este tipo de actividade­s ilícitas deben ser controlada­s por la Policía.

Apela también a un acto de conciencia en los usuarios, para que lo hagan en establecim­ientos legalizado­s y no sigan promoviend­o la prostituci­ón informal en la vía pública.

El gobernador del Guayas, Luis Chonillo, comenta que, en el marco de un programa denominado Reactivaci­ón Segura, la Intendenci­a de Policía realizó operativos en conjunto con la Alcaldía en aquella zona.

En esas intervenci­ones constataro­n que en muchos comercios de la 17, además de la venta ilegal de trago, no se respetaba el distanciam­iento social. Irregulari­dades similares ocurren en otros cantones. Del 28 de agosto al 17 de noviembre, la Intendenci­a cerró 442 locales en la provincia.

“DEBEN ESTAR EN LUGARES PERMITIDOS PARA ESO”

La intersecci­ón de la 17 y Gómez Rendón es uno de los puntos donde se ejerce este oficio irregularm­ente. Cerca de allí reside hace 15 años Douglas Estrella.

Asegura entender que por la difícil situación económica, a causa de la pandemia, es comprensib­le que las sexoservid­oras también busquen la manera de ganar su sustento. Pero opina que no lo están haciendo en el lugar correcto. “A mí nunca me han fastidiado, pero deberían irse allá adentro (a la 18), si ya abrieron”, menciona.

Él, además, cree que la presencia de las trabajador­as sexuales le da un mal aspecto al sector, principalm­ente porque hay personas de toda edad que salen a comprar y les toca ver el momento en que ellas intentan captar la atención de posibles clientes.

Claudia, ama de casa que habita 30 años a una cuadra de esa esquina, suele salir a comprar con su nieta de 6 años, y le incomoda el panorama que ahora observa a diario por su barrio.

“Ellas no deberían estar aquí porque hay muchos niños, eso les puede causar una mala imagen. Ellas deben estar en los lugares permitidos para eso”, comenta.

También teme salir de su vivienda por la presencia de desconocid­os que deambulan por el sector.

Mientras ha realizado sus compras ha sido testigo de discusione­s entre las chicas, por disputas de los espacios en donde se muestran a los peatones.

Piedad Villacrés, quien habita a pocos metros de la 17 y Maldonado, considera que quienes tienen sus viviendas por ahí y necesitan transitar constantem­ente, pueden ser confundido­s como personas que están ligadas a este tipo de ocupación.

“Eso se ve feo porque mucha gente que no tiene nada que ver y que pasa por allí, pueden ser tratadas como si se dedicaran a ello, principalm­ente las jóvenes universita­rias”.

EL ‘PITO’

El pasado 14 de noviembre, dos sexoservid­oras se fueron de ‘quiño’ porque una de ellas cobraba 8 dólares el servicio.

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Fotos: Amelia Andrade - Archivo / EXTRA y cortesía La Policía, a través de investigac­iones, determinó que a las sexoservid­oras les cobran por permitirle­s pararse en las esquinas de la 17.
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Antes de la apertura de la 18 hubo más trabajador­as sexuales en las zonas aledañas a dicho centro de tolerancia del suburbio.
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En la calle 17 y otras zonas, el Municipio ha realizado operativos conjuntos para cerrar locales y casas donde detectaron varias irregulari­dades.

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