Loas sin bulla ni fiesta
Varios de los festivales tradicionales que congregan a multitudes han sido modificados y se adecúan al cuidado sanitario requerido ahora.
Esta vez no hubo castillos ni orquestas. El recorrido de los reyes tuvo que esperar. Sin embargo, en la noche del 6 de enero y con unos cuantos fervientes devotos, la fiesta de la Epifanía se cumplió de manera peculiar. En el coliseo se realizaron las loas con los reyes, unos pocos vasallos, la gringa y el capataz.
Esta actividad, que se realiza cada año en la parroquia Licán de Riobamba, provincia de Chimborazo, fue otra de las expresiones culturales que debió modificarse por la pandemia.
Esta expresión cultural en la cual se mezclan costumbres ancestrales y ritos religiosos tiene un legado de 200 años.
Según la tradición, los personajes de los reyes Mozo, Viejo y Negro, junto con el rey Herodes, el rey Ángel y el Embajador, dentro de los siete días de fiesta, que abarcan novenas, misa de fiesta, pase, deshierve y tominas, tienen un peculiar enfrentamiento a través de las loas.
Si bien muchas de estas son para adorar y venerar al Niño Jesús, por el recordatorio de su nacimiento, existe una parte dentro de este sincretismo que es aprovechada para, a manera de canto-recitación, burlarse y provocar al séquito contrario.
El personaje de embajador contra todos los reyes, y luego el rey Herodes contra el resto. Aquí el ingenio, la picardía y la viveza criolla son la sazón de los cantares.
Dentro del coliseo, el pasado 6 de enero, guardando cierta distancia social, cada rey estuvo acompañado de un reducido grupo de acompañantes, ataviados con sus tradicionales trajes. Una pancarta identificaba al personaje y, para loar, cada participante subía al escenario al son de una banda de pueblo.
Así opina DIEGO LEÓN, presidente del GAD
Este festival de loas se organizó para el disfrute de las tradiciones, pero cuidando la salud de los participantes”.
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DÍAS de recordación. Los actos con novena y misa fue transmitido a los fieles por redes sociales.