Diario Extra

TESTIMONIO DE MARIHUANA Y VIDA

LA NEGRA PREDICA EN LA ‘BAHÍA DE LA DROGA’ DE GUAYAQUIL

- Romina Almeida Delgado

Lorena Pazmiño le agradece a Dios haberla salvado de un atentado de sicarios en su barrio.

Desde los 14 años robó, traficó droga, se prostituyó e hizo daño a mucha gente. Ahora rescata almas perdidas.

CINCO DISPAROS le arrebataro­n a su padre y le cambiaron la vida a Lorena Pazmiño y a su familia. Ella no recuerda la fecha del fatal suceso, dice que era en la tarde, que tenía 8 años y jugaba a las cogidas con sus hermanos Diego (12) y Jacqueline (5), quienes también presenciar­on cómo un hombre asesinaba a su progenitor por un ‘pito’ barrial, en 10 de Agosto y Guerrero Martínez, oeste de Guayaquil.

“Lo mataron en la Gumarra, la ‘bahía de la droga’, sitio en el que nací y crecí. Mi padre era el único que nos mantenía y como mi mamá se quedó sola, entró al negocio de la venta de droga. Luego ella se hizo de compromiso con alguien que también traficaba y se fue de largo”. Así inicia Lorena (43 años) su salto hacia el pasado para recorrer parte de su antigua y peligrosa vida.

Casi toda su familia ‘camellaba’ en esto, un tío expendía en una esquina y otro en otra vereda. Lorena, más conocida como la Negra, acompañaba a su madre en su labor, así aprendió sobre el expendió de ‘merca’. Las ventas eran desde funditas hasta bloques de pasta de cocaína y marihuana. Comerciali­zaban de todo, menos ‘H’ (compuesta con derivado de la heroína).

A los 14 años tuvo que hacerse cargo de sus ñaños, pues su madre fue a la cárcel. Dos años después se une al padre de sus tres primeras hijas, quien la maltrataba. “Me pateaba la cabeza, borracho me pegaba por todo. Quise matarlo, pensé en envenenarl­o con raticida, le iba a poner un par de gotas todos los días en la comida hasta que muriera. Con él estuve 6 años”.

Una amiga le contó que había chance para viajar a España como ‘mula’. En 1999, Ecuador se caía a pedazos por la crisis económica y ese fue el pretexto para marcharse. “Me preguntaro­n si tenía experienci­a con las drogas y eso es lo que más tenía; aparte yo tenía la sangre fría para hacerlo. Me probaron; tenía que tragarme uvas grandes, para ver cuántas podía ingerir. Como vieron que sí jalé, llevé 85 ‘pepas’. Gracias a Dios no se reventaron y no me detuvieron, aún haciendo escala”.

Por ese ‘cachuelo’ ganó 4 mil dólares. Pero eso no fue todo, en España se prostituyó, robó y siguió traficando. También tenía ‘experienci­a’ en robo de almacenes y eso lo puso en práctica en los supermerca­dos de ese país, se llevaba comida, ropa y más.

Durante una década en Europa acumuló 13 detencione­s (12 en España y 1 en Italia), todas por robo. Fue deportada en 2010.

SU FUMADERO Y ANTRO

Como regresó con dinero, Lorena alquiló un cuarto por tres años y medio en las calles 26 y Febres Cordero, suburbio porteño. Lo convirtió en su fumadero y centro de sexo.

Solo tenía dos colchones y un balde lleno de marihuana, droga que consumió desde los 22 años (inició en España) hasta los 36. También probó ‘perica’ (cocaína), pero no le gustó. “Era bien marihuaner­a, tenía una libra para mi semana y todos los días pasaba ‘voladota’, igual vendía droga en mi barrio natal”.

Mientras estaba con sus ‘panas’, sus tres hijas eran cuidadas por su madre, quien luego de permanecer por cinco años en el Centro de Rehabilita­ción Social Femenino dejó la venta de drogas.

FECHA INOLVIDABL­E

El 6 de julio de 2010, la Negra se fumaba un ‘grifo’ en su barrio, de repente dos hombres a bordo de

un vehículo pasaron en actitud sospechosa. Ella pensó que se trataban de policías y se deshizo de la droga, pero eran sicarios que iban por un ‘encargo’. La amenazaron de muerte, pero no ‘paró bola’, pues se sentía protegida porque andaba con gente ‘pesada’.

“Fue un hombre con el cual ya no quería estar y desde la ‘Peni’ (cárcel) dio la orden. Uno se bajó y me pegó siete tiros (cuatro en los senos, uno en la mano izquierda, uno en el antebrazo derecho y uno en la pierna derecha)”.

Fingió estar muerta hasta que se fueron los gatilleros. En ese momento dijo: “Me mataron, Señor” y una voz dentro de su mente expresó: “No te has arrepentid­o”.

No entiende cómo se levantó y en ese momento rogó a Dios, le pidió perdón por el mal que había hecho. “En una película de 3 segundos vi las caras de las personas a las que les había robado o quienes les mandé a robar. Lo que me impresionó fue la reacción de mis vecinos, justo a los que había insultado y maldecido, ellos eran los que me ayudaban. Dios y su misericord­ia”, manifiesta.

En ese momento apareció un evangélico que le hablaba de Cristo y ella siempre lo rechazaba.

- Hazme de una la oración que dice que si acepto a Jesús como mi Salvador, mi nombre estará escrito en el Libro de la Vida, así que si me muero me voy con el Creador.

- Vivirás y serás testimonio de lo que Jesús ha hecho, le respondió el religioso.

Mientras Lorena se desangraba, la llevaron al hospital Guayaquil, donde mantuvo una conversaci­ón con el médico que la asistió:

- Doctor, apóyame, no me dejes morir.

- Ese sicario valió ‘tres atados de cangrejo’, no te ha hecho nada. Ninguna de las cuatro balas te ha afectado órganos vitales, pero eso sí las tetas te van a quedar con cicatrices. Saldrás caminando de aquí...

Por 40 días estuvo en el centro de salud, le reconstruy­eron la muñeca izquierda, le pusieron clavos y placas en su antebrazo derecho. Pasó un año en rehabilita­ción para recobrar la movilidad de sus extremidad­es superiores.

CONFLICTOS Y EL CAMBIO...

Luego de recuperars­e, siguió en la venta de drogas, pero esta vez lo hacía acompañada de su actual esposo, Christian Benavides, con quien tiene 11 años de relación. Como ella no quería que la vieran ‘camellando’, decidió laborar de 20:00 a 03:00, pero este horario no era del agrado de su cónyuge, con quien empezó a ‘pitearse’.

Estos conflictos la agobiaban.

Un día pasó por Sucre y la 13, y entró a la iglesia Fuego Purificado­r, escuchó el sermón que -asegura- la impactó. “Sentí una paz, no quería salir de allí. Fui un día, después otro. Mi marido me decía que para qué iba si volvería a fumar, beber y pelear. Desde entonces dije ‘voy a dejar esta vida’ y gracias a Dios llevo seis años en sus caminos. No soy perfecta y cometo errores, pero Él me lleva de su mano”.

Con su cambio, Christian se impresionó y quiso ir con ella al sitio que la transformó, desde ese día él también sirve al Señor (2015). “Jesús salvó nuestro hogar, hoy tenemos dos niños de 9 y 7 años”.

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2. El alcohol y la marihuana eran los compañeros de la vieja vida de Lorena (centro).
En 2010 recibió
7 balazos, el último atravesó
su pierna derecha, a la altura del
muslo.
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1. En un callejón de la 22 y Ayacucho, Lorena lleva el mensaje del Señor. 2. El alcohol y la marihuana eran los compañeros de la vieja vida de Lorena (centro). En 2010 recibió 7 balazos, el último atravesó su pierna derecha, a la altura del muslo. 1
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Fotos: Christian Vinueza / EXTRA 2
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lo conoció en la Gumarra.
A su esposo, Christian Benavides lo conoció en la Gumarra.

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