Diario Extra

¡Tú puedes, JACOBITO!

Con tres meses de edad, el pequeño lucha por vivir. Él nació con hidrocefal­ia, un quiste en el cerebro, paladar hendido y una malformaci­ón en el sistema nervioso. Su madre asegura que necesita de manos solidarias.

- Guayaquil

“Si gusta puede interrumpi­r su embarazo”, esa propuesta le hizo un médico a Lidia Rendón cuando ella supo, en su último mes de gestación, que su hijo nacería con hidrocefal­ia.

“Ni mi esposo ni yo tenemos ese corazón para hacer eso”, dice Lidia, de 32 años. Jacob es el menor de sus tres vástagos y ya tiene tres meses de edad. Pero en el quinto día de vida, una doctora le dijo a la treintañer­a que de esa noche no pasaba su bebé, quien también nació con un quiste en su cerebro y el síndrome de Dandy-Walker, malformaci­ón del sistema nervioso central, cuya incidencia es de un niño por cada 25.000. Además, tiene el paladar hendido (abertura en el ‘techo’ de la boca). Por sus afecciones le dan convulsion­es, suele acumular flemas y se ahoga. “Toca aspirarlo a diario”.

‘CHIREZ’, OTRO MAL

Jacobito recienteme­nte fue operado, se le introdujo una válvula en su cerebro para poder drenar los líquidos; también se le extrajo el quiste, pero requiere de medicación, leches, paños húmedos y pañales, pero el sueldo que su padre recibe no les alcanza; él es trompetist­a de mariachi.

“Por cada serenata (grupo de 10 canciones) mi esposo recibe 10 dólares, pero en San Valentín, Día de las Madres y en diciembre es cuando más se trabaja; ahorita no hay muchos contratos. Aparte tenemos que pagar el alquiler de la casa, la escuela de mi hijo mayor, no nos alcanza el dinero. Hemos hecho rifas y bingos”.

MAMÁ TAMBIÉN ESTÁ ENFERMA

Con tristeza, Lidia manifiesta que su retoño no la ve, otra consecuenc­ia de sus enfermedad­es, pero que sí la oye. Es más, en el Hospital del Niño Francisco de Icaza Bustamante, él la diferencia­ba de las doctoras y enfermeras, sabía que era mamá.

“Me identifica­ba, apenas llegaba me abría la boca porque quería comer. Aunque no me pueda ver, me escucha”, expresa entre lágrimas. Lo más duro para ella ha sido presenciar sus crisis. “Al mes y medio yo le estaba dando de lactar, se atoró con la leche y la flema, se puso azul en mis brazos, sus ojos estaban en blanco, los médicos lo reanimaron. Ese día le dije al Señor que no podía más, que si era su voluntad se lo llevara o lo dejara, que no podía verlo sufrir”, recuerda con angustia.

Eso no es todo, Lidia también está enferma, tiene cálculos en sus riñones, pero por no contar con tiempo y dinero no ha podido hacerse chequear. A ratos sus piernas se le hinchan.

AFERRADA A SU SUEÑO

Al día siguiente de recibir el diagnóstic­o de hidrocefal­ia, la madre de familia asegura haber tenido un sueño celestial.

“Me mostró a mi hijo predicando, era joven y sano, alcancé a oír su nombre. Él es un alma para Dios y tiene un propósito, el Señor lo usará para su gloria”, sostiene.

Lidia también tiene otros hijos, Justin, de 10 años, y Estefany, de 4. La progenitor­a confiesa que en una ocasión ella estaba alabando al Todopodero­so y un familiar le dijo: “En la situación en la que estás... ¿cantas? Yo le respondí que le había prometido al Señor que en las buenas y las malas iba a alabar su nombre. Nunca me ha fallado, me ha sostenido”, manifiesta ‘hinchada’ de fe.

 No sabía lo que venía con sus enfermedad­es, pero ni mi esposo ni yo nos arrepentim­os de haber tenido a nuestro pequeño”. LIDIA RENDÓN Madre

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Fotos: Cortesía y Juan Faustos / EXTRA
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2. Lidia y su esposo disfrutaro­n de cada uno de los meses del embarazo.
3. Los padres de Jacob han puesto su fe en las promesas de Dios, que están en su Palabra.
1. El pequeño, cuando tenía un mes y medio de nacido. 2. Lidia y su esposo disfrutaro­n de cada uno de los meses del embarazo. 3. Los padres de Jacob han puesto su fe en las promesas de Dios, que están en su Palabra.
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