¡DOS HORAS DE TERROR
TRES JÓVENES sufrieron de secuestro exprés durante la noche del viernes. Les quitaron dinero y hasta su tranquilidad. Experto da tips para evitarlo.
LA DELINCUENCIA SIGUE AHUYENTANDO el turismo de la ciudad de Guayaquil. Para Rafaella, nombre protegido de una turista, las dos horas que duró el secuestro exprés que sufrió la noche del viernes 20 en la urbe porteña fueron las más largas de su vida. No estaba segura de cómo terminaría aquel “horrible” episodio, pero se temía lo peor: ser víctima de asesinato.
Ella había llegado desde Quito a las 10:00 del mismo día, por “cuestiones personales”, a juntarse con dos amigas venezolanas. Decidió alojarse en un hotel del norte de Guayaquil en el que también cenó con sus conocidas y, como querían disfrutar de la ciudad, hicieron planes para encontrarse con otros ‘panas’ en un bar de Samborondón.
Para movilizarse los ocho kilómetros de distancia entre el hotel y el bar optaron por pedir un taxi en la aplicación InDriver, que ofrece servicios de transporte bajo ofertas en tiempo real, es decir, el cliente indica cuánto está dispuesto a pagar por la carrera.
“El conductor me aceptó de inmediato la carrera”, cuenta Rafaella. Sin embargo, no recuerda qué modelo de carro era el destinado a transportarla, porque enseguida la llamó el conductor a decir que tuvo problemas con su vehículo y que llegaría en un Renault vinotinto. Ella aceptó, pero le solicitó que se apurara porque “ya había esperado bastante tiempo”.
Los minutos pasaron y ella canceló el recorrido, porque estaba desesperada e iba a pedir otro taxi. Sin embargo, el taxista la sorprendió al llegar en ese momento. “Una de mis amigas me dijo ‘bueno, ya que está acá, vámonos con él’. Y nos embarcamos”.
Al subirse al auto, ella le notificó al conductor, de entre 25 y 30 años, que había cancelado la carrera, pero él no le respondió y solo le preguntó a dónde irían.
Empezó el viaje y, según recordó una de las afectadas, tomó un camino que las llevaba hacia la vía a Pascuales y notó que la cosa estaba rara. Minutos después, el chofer se parqueó a la derecha de la vía y se subieron dos ‘tipos’, uno en el asiento delantero y otro en el de atrás. “¡Esto es un asalto!”, les gritaron.
Lo que vino luego fue oscuridad. “Nos pidieron que cerremos los ojos y que les diéramos nuestros teléfonos para transferirse dinero desde las bancas móviles”. Además, exigieron que les digan de qué teléfono había sido pedido el servicio, para borrar el registro. Todo esto sucedía mientras daban vueltas por calles principales del norte.
Les preguntaron ‘vida, pasión y muerte’, afirma Rafaella. “Que qué hacíamos en ese hotel, que si teníamos algo de valor y que si sabíamos de alguien quien pudiera pagar por nosotras. También se llevaron una cartera y dejaron las otras dos”. Las tres chicas estuvieron dos horas en zozobra mientras
los pillos, todos jóvenes, las calmaban “para ver si las dejaban libres” o las retenían. Rafaella asegura haberse salvado
de una violación, pero recalcó que tocaron sus partes íntimas para registrar que no les ocultaran nada.
Ellas se dieron cuenta que su historia de terror estaba a punto de acabar cuando les advirtieron que, al bajarse del carro, solo caminaran y que no avisaran a nadie de lo sucedido.
Ahora, una semana después del asalto, Rafaella asegura haber recuperado la mayoría de sus cuentas, exceptuando la de Icloud, sistema de almacenamiento remoto para teléfonos de alta gama, en donde sabe que tuvieron acceso a mucha más información.
“No queremos andar con miedo de que puedan arremeter contra nosotras”, concluye la joven.
LAS CIFRAS
de este delito son proporcionadas por la Policía Nacional; sin embargo, solo para estos casos, primero debe ser autorizado con un oficio previo.