Diario Extra

DONDE PONE EL OJO, pone la planta

Papá diagnostic­a enfermedad­es solo viendo el iris de los ‘pacientes’. Jorge junior quiere tecnificar las prácticas con las hierbas.

- Daniela Moina Armas / Quito

Jorge Lagla, padre e hijo, son los más conocidos en el mercado de La Magdalena, en el sur de Quito. Ellos son los ‘doctores’ de las caseras y demás clientes.

“Este es un legado familiar que empezó con mis abuelos”, dice Jorge (padre), de 78 años.

Sus ancestros fueron curanderos y él aprendió los secretos de las plantas, pero no se quedó con eso. Viajó a otros países para aprender nuevas técnicas.

“Yo puedo diagnostic­ar enfermedad­es viendo el iris de sus ojos y con el tacto en sus muñecas”, agrega.

También hace masajes curativos y hasta ha hecho de psicólogo. “Escucho los males de la gente que viene, si puedo les doy un consejo”.

En su puesto se pueden encontrar por lo menos 500 plantas de la Sierra, Costa y Amazonía. Algunas también de Perú o Colombia.

LA TECNIFICAC­IÓN

A su hijo, de 35 años, también le apasiona el mundo de las hierbas y los productos naturales, pero está seguro de que es necesario modernizar­se, por lo que quiere ir más allá.

“No tengo la capacidad de mi papá de ver en los ojos las enfermedad­es, pero sí aprendí mucho de las propiedade­s de las plantas”, explica.

Ambos llevan un mandil de médico. El padre revisa a los ‘pacientes’ con una lupa con luz y el hijo lleva unos grandes lentes. “Yo, en cambio, veo las condicione­s de las personas por su lenguaje corporal”, dice.

El proyecto de Jorge junior es el de agrupar a más emprendedo­res, sobre todo de productos naturales, para ampliar la medicina natural.

Él, por ejemplo, hace preparados que tienen como base los frutos que otros producen. Explica que una planta no siempre funciona por sí sola, sino que hay que hacer combinacio­nes.

“Yo me he dedicado a investigar y a experiment­ar. Entonces el producto que llega al cliente está listo para el consumo”, relata.

Es así que todos los días llega al mercado cargado con botellas llenas de aguas de hierbas, de acuerdo con los tratamient­os de sus ‘pacientes’.

Don Jorge dice que en algún tiempo fue escéptico, pero que hace 40 años los médicos le dijeron que no podría tener hijos por una enfermedad, hizo un tratamient­o natural y ahora tiene cuatro retoños.

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El padre ‘lee’ el iris de los ojos de las personas para diagnostic­ar.
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Fotos: Henry Lapo / EXTRA Los Jorges (padre e hijo) se han dedicado a investigar las combinacio­nes de plantas para cada dolencia.

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