“Consumimos la energía del sol”
En el caso de la familia de Ben, quien e docente, fue su esposa quien se benefició del cannabis. Él tiene unas plantitas en su balcón, lo que se conoce como cultivo ‘outdoor’, a diferencia de los cultivos ‘indoor’ (dentro de casa), que son más costosos, por temas de iluminación y mantenimiento.
Ben nos cuenta su historia. “A mi esposa le dio leucemia. Yo siempre digo que no es que el cannabis la curó, pero sí nos ayudó bastante en su recuperación, porque gracias a la planta, al universo y al tratamiento médico, ella pudo volver a ser como antes de la enfermedad y los tratamientos”.
Ellos preparaban mantequilla o tortas, que es otra de las muchas maneras con que se pueden ingerir los componentes de la planta. “La quimioterapia devastaba a mi esposa. Ella perdió su cabello, empezó a acumular líquido, se hinchó, emocionalmente se derrumbó. Pero de noche en casa, le decía: ‘Mi amor, comámonos esta tortita con cannabis’. Y luego de comerla le cambiaba el semblante. Se alegraba. Le daban ganas de ver películas, de salir a caminar”.
Cultivar sus propias plantitas ha llevado a Ben a tener un pequeño huerto, con hierbaluisa, menta, tomate, tomillo, albahaca. “Mi hijo de seis años conoce la planta y me ayuda a regar las matitas. Cuando ve hojas amarillas las cortamos juntos”.
Ben se ha dado cuenta de que las plantas responden a las emociones humanas y sus estilos de vida, por lo que considera que hay un intercambio de vibras. “Cuando está nublado, la planta está con sus hojas apagadas, pero en esos días radiantes de Guayaquil, tienen sus ramas hacia arriba recibiendo el sol en todo su esplendor, que es lo que les gusta. En realidad eso es lo que consumimos nosotros: la energía del sol, concentrada en una flor y un sinnúmero de componentes. Sea lo que sea, somos seres energéticos, hay una conexión sin duda”.