Diario Extra

El florecimie­nto de Toctiuco, EL GRANERO DE QUITO

- Daniela Moina Armas

SUBIR A TOCTIUCO es una tarea para conductore­s experiment­ados; las estrechas y empinadas calles, combinadas con la falta de mantenimie­nto vial, convierten el recorrido en toda una aventura. Una vez se alcanza la cima de una de las últimas calles, los vecinos sonríen y dicen: “Ya mismo llega a la cascada”.

Pero este no es el único aspecto de este tradiciona­l barrio, situado a 10 minutos del Centro Histórico de Quito, que se encuentra entre lo urbano y lo rural. Sus habitantes buscan cambiar la percepción de este sector, que incluso forma parte de la historia de la capital y del desarrollo científico.

Rina Artieda, gestora cultural e investigad­ora histórica, explica la importanci­a de este espacio. Su nombre, Tuctus Uctus, que significa Flor de Maíz, refleja esto: “Fue así llamado porque cerca de aquí, en el período incaico, se producían las gramíneas para la ciudad”.

Artieda guía a un grupo de personas que desean conocer más sobre este barrio, que alguna vez fue considerad­o peligroso debido a la delincuenc­ia. Es esencial detenerse por un momento al final de la calle Humboldt para apreciar el paisaje. El barrio se encuentra en las faldas del volcán Pichincha, lo que permite una vista panorámica hasta el sur de Quito.

CAMBIANDO LA PERCEPCIÓN

Desde la época colonial y luego republican­a, estos terrenos fueron parte de una hacienda pertenecie­nte a los padres mercedario­s. Según Cristian Quishpe, presidente del Cabildo, tras la venta de estas tierras, llegaron migrantes principalm­ente de las provincias de Chimborazo y Cotopaxi.

El progreso del sector se debe a la organizaci­ón de los vecinos, quienes realizaron mingas para abrir caminos y obtener servicios básicos, como cuenta Quishpe. Así, el barrio se integró a la urbanidad de la capital, aunque sus virtudes quedaran poco visibles.

Por ello, se han unido para revaloriza­r a Toctiuco. Ahora son los jóvenes del barrio quienes guían a los turistas desde el mirador de Humboldt, desde donde comienza una ruta hacia Cruz Loma. Incluso pueden llegar a la cima del Rucu Pichincha, aunque esta última opción requiere una mayor preparació­n por parte del visitante. El mirador ya no es solo un lugar para el consumo de alcohol o la intimidad de parejas. Quince mujeres y otros vecinos han decidido transforma­rlo para ofrecer comida típica de la región, artesanías y servicios de baños para los senderista­s. “Le apostamos al turismo comunitari­o; cuando compran nuestra comida, nos ayudan a mantener nuestros hogares”, dice Luis Taday, miembro del emprendimi­ento de mujeres de la Ruta de Humboldt.

VOLVIENDO A LAS RAÍCES

María Llauca camina por los chaquiñane­s a unos 3.200 metros sobre el nivel del mar. Ella se encarga de los viveros donde crecen las plántulas de las verduras que la comunidad produce. “La siembra comenzó en 2020 durante la pandemia. No podíamos salir, pero necesitába­mos comer”, cuenta.

Después de lograr el primer objetivo, que era mitigar la emergencia por la COVID-19, ahora buscan volver a ser el granero de la ciudad mediante la siembra ecológica. En dos terrenos comunitari­os se cultivan chochos, maíz, acelgas, zuquinis, zambo, entre otros productos de la región. “Practicamo­s el compostaje y utilizamos los desechos orgánicos de los vecinos como abono. Además, la tierra es muy fértil”, explica Luis.

Los productos cosechados también se venden a los visitantes que pasan por el mirador. “Incluso es más económico que en el mercado

ESTE TRADICIONA­L BARRIO POSEE espacios que son considerad­os paraísos naturales a tan solo 10 minutos del Centro Histórico de Quito. Sus habitantes le apuestan al turismo comunitari­o.

ESTÁ ENCLAVADO CERCA DEL PÁRAMO y por allí pasaron las dos misiones geodésicas para llegar al volcán Pichincha, lo que contribuyó a la medición del paralelo 0 .

MARÍA LLAUCA

Moradora Además de buscar formas de alimentaci­ón sustentabl­es, queremos dar a conocer nuestro barrio con sus bondades”.

RINA ARTIEDA

Investigad­ora histórica Toctiuco es importante para el desarrollo de la historia quiteña, así como para el desarrollo de la ciencia”.

porque aquí la transacció­n es directa”, comenta María.

Este retorno a las raíces no solo se refleja en la comida, sino también en la apropiació­n de espacios milenarios. Cerca del mirador, hay tres cascadas que han sido poco conocidas para los quiteños. “Si desean, pueden bañarse; nosotros nos aseguramos de que no se contamine la naturaleza ni se haga mal uso”, añade Luis.

LOS MANANTIALE­S DEL COLOSO

El asentamien­to de Quito en su ubicación actual no es coincidenc­ia. Según las investigac­iones de Rina Artieda, los pueblos ancestrale­s vieron en este espacio geográfico la posibilida­d de una buena vida gracias a los manantiale­s, especialme­nte los del Pichincha. “Son más de 100. Imagínense que el páramo es tan generoso que, incluso después de cientos de años, sigue proporcion­ando agua a la ciudad”, dice la investigad­ora.

En Toctiuco se conservan tres cascadas que los vecinos protegen de la contaminac­ión, siendo la más grande La Chorrera. “Es un lugar ancestral; nuestra relación con La Chorrera sigue siendo la misma. Todavía se realizan rituales en los Raymis”, comenta Luis.

De hecho, quienes visitan el lugar no dudan en sumergirse en el agua para renovar energías. “También pueden venir solo a bañarse o a contemplar. Es un lugar muy hermoso”, añade el dirigente.

Pero eso no es todo. Al final de esta cascada hay una especie de santuario donde se origina la fe de Quito. En una piedra volcánica está tallada la imagen de la Virgen de La Merced, la patrona y protectora de la ciudad.

En 1534, durante la fundación española, fue declarada “la Señora del Volcán, patrona de terremotos, erupciones y pestes; fue la primera imagen mariana en llegar con la conquista”, relata Artieda.

Sobre la pintura, no se sabe quién la realizó; al pie hay una firma poco legible con el año 2000.

“Probableme­nte sea quien la restauró, porque esa imagen tiene mucho más tiempo”, explica.

En Toctiuco se entrelazan las creencias católicas y ancestrale­s, ya que también se celebran misas y procesione­s en honor a la Virgen, quien además es la patrona de las Fuerzas Armadas.

Los habitantes de este barrio luchan para que el abandono por parte de las autoridade­s y la insegurida­d no sean las únicas caracterís­ticas de la Flor de Maíz. “Somos mucho más que eso. Tenemos historia, naturaleza, tradicione­s y, sobre todo, ganas de salir adelante”, dice María Llauca.

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tiene el barrio, desde que dejó de ser una hacienda de los padres mercedario­s.

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2. El mirador de Humboldt es el punto de partida para el senderismo.
1. En la iniciativa incluyen caminatas por los huertos y los senderos hacia el volcán. 2. El mirador de Humboldt es el punto de partida para el senderismo.
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Fotos: Henry Lapo / EXTRA
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La cascada de La Chorrera es el principal atractiv o turístico de la zona.
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Toctiuco está sobre los 3.000 metros sobre el nivel del mar, es considerad­o el mirador del centro.
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En los huertos se producen vegetales y gramíneas sin fertilizan­tes químicos.
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