Una vida facilitando la vida
Mama Mila, como le dicen en la comunidad de Santa Bárbara de Cotacachi, camina silenciosa entre sus plantas medicinales y los animales que lleva todos los días a la montaña para pastar. Ella ha sido la responsable del nacimiento de cientos de bebés. Lleva 37 años como partera.
Su nombre es Luzmila Morán. Además de ser madre de siete, le cuenta a EXTRA la emoción que siente cuando saca a un niño del útero de su madre. “Es una mezcla de cosas. Es una vida que uno ayuda a llegar”, expresa.
En su casa, a la que ha bautizado como Partera di Anaku, hay un cuarto para los alumbramientos, donde hay una cama, una tela colgando del techo, esencias, palo santo, entre otros objetos, porque lo que sucede allí “es un ritual de la vida”.
La labor de las parteras no es fácil. No tienen horarios establecidos y hasta tienen que dejar a sus propios hijos para ir por los de otras mujeres. “Los partos no se programan, no es como en el hospital”.
EN SU PROPIO CUERPO
Todo empezó con sus propios embarazos. Una partera le enseñó a ella y a su esposo a acomodar al feto en el vientre, a encaderar. “Yo tenía 20 años y fue mi esposo el que me ayudó desde el tercer parto”, recuerda.
La mujer de la que aprendió le enseñó, incluso, a cortar el cordón umbilical de manera correcta. Un día, una mujer de la comunidad estaba dando a luz. “Una niña lloraba porque su mamá tenía sangre y un niño salió de ella, así lo explicó. Me dio pena y fui a verla”, cuenta.
Estaba llena de temores por si algo salía mal, pero al final el pequeño y la madre estuvieron bien. La noticia se empezó a regar en la comunidad y las mujeres le pedían ayuda. “Al principio tenía miedo. Con los años ya aprendí más”.
LUZMILA MORÁN
lleva 37 años como partera. Además de saber cómo traer a los niños al mundo, atiende a las madres con hierbas y productos naturales.