Carlos Luis Andrade y Joaquín
Mañana 1 de Junio, en el hogar de Carlos Luis Andrade y Gaby Díaz, la celebración será por partida doble: el conductor de televisión cumple 41 años y es el Día del Niño.
Pero es Joaquín quien disfrutará más, ya que su papá decidió como cada año cederle la celebración en la que no faltará el arroz con menestra de lenteja y cuero de chancho, carne asada y patacones.
“Siempre celebramos el Día del Niño por dos, es como si fuera también su cumpleaños”, dijo Andrade, quien califica a su retoño como un niño con gran sentido del humor, emprendedor, curioso, de carácter fuerte y muy feliz.
Sus padres lo están criando para que tenga todas esas cualidades, más allá de que si decide o no estar en la televisión. Carlos Luis afirma que tanto él como su esposa, la conductora del programa En contacto, de Ecuavisa, ven en su pequeño, quien el próximo mes cumple tres años, habilidades naturales y características para seguir sus pasos.
“Es histriónico, preguntón, explorador y está siendo formado para que desarrolle las habilidades que nosotros tenemos”, aseguró Andrade, quien al momento se dedica a dar charlas y cursos como coach PNL. A Joaquín le gusta construir cosas y disfruta darle vida a sus juguetes con los que crea personajes distintos con características y voces diversas. Su mejor amiga de aventura es la mascota de la casa, Yuca, con la que juega y lo acompaña todo el día. Su hermana Poly, de 12 años, lo ama y cuida, pero los separa la diferencia de edad. Joaquín empezó clases on line en el jardín inicial.
Durante la cuarentena, Carlos Luis le pidió a su familia que evitara anteponer la palabra ‘ no’ al momento de llamarle la atención al niño y que mejor la sustituyeran por acciones. “Nos dimos cuenta que encerrado andaba explorando. Cambiamos el lenguaje. En lugar de decir no corras le decíamos ‘ Anda despacio’ o ‘ Tranquilo’, por no saltes y así, porque creemos que el lenguaje muchas veces influye en el espíritu de los niños y vemos gente que en la adultez no se atreve a hacer cosas por todos los no recibidos en la infancia”, sostuvo el manabita, quien descubrió que su pequeño ama el sabor de la sal prieta, alimento que nunca falta en su hogar.