TAL COMO LO SOÑÓ
El tiempo pasa rápido. Mira el reloj y ya no puede salir. Si lo hace se arriesga a que un policía detenga su carro y lo multe, un riesgo que no está dispuesto a correr, más aún si tiene algunos tragos en la cabeza. Se acomoda en el sofá de la casa de su mejor amiga, donde minutos antes estaban bebiendo y conversando de sus vidas. Cierra los ojos por unos segundos e intenta dormir. Se desvanece por unos minutos, pero un ruido baja por las escaleras y le impide conciliar el sueño.
La curiosidad lo llama. Sube los peldaños. Ese ruido como el de un chorro de agua golpeando el piso lo llama. Ve un resplandor. Es una puerta entreabierta. La abre. El sonido es más potente. Va por buen camino. Y la ve. Es ella. Tomando una ducha. Tal como la imaginó en sus innumerables sueños. Siempre quiso una oportunidad y este es el momento. Lo ve. La mujer ni se inmuta por su mirada. Es más, lo llena de más valor para seguir observando. A ella no le molesta, sino ya hubiera pegado un grito. Le agrada, tanto que con un gesto de su mano lo invita a pasar. Se despoja de sus prendas. Entra en la ducha. Lo primero que siente es el agradable roce del agua tibia bajando por su espalda y luego un beso. De esos tan apasionados que lo lleva de espaldas a la pared. El chorro de agua es lo único que cubre sus cuerpos. Él, aún algo aturdido por el alcohol y el momento, la abraza, la sujeta de la cintura, piensa en ese momento lo sedosa que es su piel. Tal como lo había soñado. Baja más, hasta donde le dan sus brazos y vuelve a subir.
De un movimiento de brazos la voltea. Sus manos contra la pared. Su espalda contra el pecho de él. Siente sus latidos que se aceleran cada vez más y más. La tiene bajo su merced. Solo espera lo inevitable y en el fondo quiere. Lo siente. Respira, gime, grita. No puede más.
Unos pasos se acercan. Escuchan el rechinar de la puerta. Ahí está. Es ella. La amiga. Los ve. Sí, su mejor amigo y su mamá juntos, desnudos y bajo el chorro de agua. No puede articular palabra. Simplemente no puede. Cierra la puerta sin decir una sola sílaba. Ellos siguen sin percatarse de que los han visto. Siguen en su sueño.