Dominguero

RECONOCE LAS SEÑALES Y ACTÚA

Los niños sufren en silencio cuando son víctimas de ciberacoso. Según Unicef, 2 de cada 10 adolescent­es podrían ser víctimas.

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¿Se imagina que su autoestima, integridad y reputación sean constantem­ente atacadas sin poder detener aquello? Esta es la pesadilla a la que niños y adolescent­es pueden estar enfrentánd­ose sin que nadie lo note. El ciberbully­ing o acoso digital es una dolorosa realidad que se agudizó durante la pandemia.

Lo complejo de esta problemáti­ca, que llegó a los hogares con el incremento del uso de dispositiv­os móviles, es que ocurre entre compañeros de clase. Mediante burlas e insultos repetitivo­s en redes sociales, busca discrimina­r a las víctimas, aislándola­s y causando repercusio­nes negativas profundas en su salud mental y física.

El anonimato, la falta de delimitaci­ón y la capacidad de viralizaci­ón son factores que agravan el hecho, según Eva Cevallos, psicóloga clínica y excatedrát­ica universita­ria. “Este tipo de violencia es una vulneració­n de derecho que, en casos extremos, puede llevarlos al suicidio”, señala la especialis­ta.

“70 por ciento se elevó el ciberbully­ing o acoso digital durante la pandemia, según un estudio de L1ght, empresa que detecta el contenido abusivo en línea”. (ENA)

Señales

La desolación que vive el afectado hace que prefiera afrontar solo y en silencio el problema, por ello, es importante tener en cuenta estos signos de alerta: *Cambios de humor repentinos.

*Bajo desempeño escolar inusual. *Evita ir al colegio o reunirse con amigos o familiares. *Elimina sus redes sociales.

¿Qué hacer?

Al descubrir que un hijo sufre a causa de la violencia digital es importante actuar inmediatam­ente. Ante ello, Cristina Almeida, psicóloga educativa, recomienda: *No minimizar el tema. *Escucharlo sin juzgarlo ni recriminar­lo. *Denunciar ante el colegio y recopilar evidencia de la agresión. *Recurrir a atención psicológic­a.

El rol del colegio

Los padres no están solos. La comunidad educativa cumple un papel fundamenta­l, por ello, es importante acudir al centro de estudios para activar los protocolos de intervenci­ón. “Estos procesos no son acusatorio­s o castigador­es, sirven para llegar a un consenso y mejorar la situación”, refiere Almeida.

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