LA FRUTA DEL PLACER
Además de ser considerado un energizante natural y potenciador sexual, es un gran aliado en la preparación de platillos de sal y dulce.
La fruta del amor o del placer. Así se lo conoce al borojó. Un alimento, cuyas propiedades energizantes y medicinales contribuyen a la nutrición de quienes la consumen.
Este producto, de pulpa ácida y densa, es originario de América Latina. Se cultiva principalmente en Panamá, Brasil, Colombia y también en Ecuador; sitio en donde tomó auge desde hace 15 años, según menciona el chef profesional David Montalvo, quien lo incluye en la elaboración de varias recetas, ya sean de sal o dulce.
Pese a que aún es un producto desconocido entre los consumidores, su incursión en la cocina tradicional y gourmet ha sido paulatina. Así lo sostiene el experto cocinero.
“En los mercados utilizan el borojó para preparar los batidos o jugos tradicionales, acompañados de alfalfa, mora, leche y huevo. Esto es una bomba afrodisíaca. Pero lo más importante es que conocen cómo utilizarlo y sus propiedades”.
Su difusión en estos espacios populares ha tomado importancia debido al incremento de la potencia sexual, libido y el aumento de los niveles de resistencia y energía que aporta. Así lo corrobora Montalvo, quien da fe de estos efectos.
“Es una fruta que eleva la temperatura corporal. Funciona como energizante natural, pero no en todos los organismos genera el mismo efecto afrodisíaco que buscan. Depende mucho de la capacidad de absorción de las propiedades que tenga la persona”.
Según se conoce, en la Amazonía ecuatoriana se lo consume como “bebida de camino”. Es decir, como un aliado para recorrer a pie largas distancias. Su preparación consiste en poner en remojo, durante dos noches, una o dos de estas frutas. Luego cernir y beber.
Otra cara
En la alta cocina, otras son las variaciones del uso del borojó. Según el experto gastronómico, gracias a la acidez de la fruta es posible emplearla para elaborar salsas o aderezos que permitan minimizar el sabor de la grasa de productos, como costillas o carne de cerdo.
Aunque tampoco está exento de los platos de dulce, como jaleas o mermeladas que pueden acompañar en la decoración de pasteles.
Pese a ser un producto de cáscara semigruesa, el 88% es comestible y aprovechable. Su combinación con las verduras es otra de sus bondades. Preparar una ensalada tropical no es cosa del otro mundo. Basta con acoplar palmito, zanahoria, champiñones, lechuga y borojó. Este último le otorgará un sabor diferenciado.