Isla Portete El paraíso poco explorado de Ecuador
La comunidad de la Isla Portete es un ejemplo inspirador de cómo se puede trabajar unidos en favor de la conservación y protección de su entorno natural. El trabajo demuestra que es posible proteger y restaurar los ecosistemas naturales incluso en regiones remotas y vulnerables.
Ubicada al sur de Esmeraldas, en esta pequeña isla del cantón Muisne, habitan 700 personas que son las encargadas de custodiar el manglar.
Eduardo Sosa, uno de sus habitantes, quien labora trasladando a los turistas en una lancha para capacidad de 15 personas, explica que los manglares son bosques pantanosos que se desarrollan en el punto donde converge una vertiente de río con un brazo de mar. La isla tiene 35 kilómetros de área protegida y es la segunda del mundo con el manglar más alto. Entre las variedades están: negro, rojo, blanco, botón, piñuelo y nato.
“Los manglares aportan importantes beneficios a los seres humanos prestando bienes y servicios a la pesquería, contribuyendo a la protección costera y siendo particularmente importante en cuanto a la mitigación de los efectos del cambio climático y la seguridad alimentaria para las comunidades locales”, asegura Emma Espinoza, ingeniera en Agronomía y Medio Ambiente.
En estos bosques pantanosos los habitantes recolectan las conchas, cangrejos, peces e incluso permiten que los turistas vivan la experiencia. “Los manglares son la clave para la conservación de diferentes especies como los crustáceos, peces, moluscos, aves, reptiles, anfibios, mamíferos y vegetales que necesitan estos hábitats para crecer y desarrollarse”, agrega Espinoza. La isla también es un santuario de las tortugas marinas de especie golfina. Desde julio hasta marzo los habitantes cuidan los huevos en el proceso del desove e incluso enseñan a los turistas cómo es el cuidado que tienen con cada una de ellas.
Está ubicada al sur de Esmeraldas y pertenece al cantón Muisne. En ella se puede descansar y hacer turismo. Sus habitantes son los encargados de custodiar su más valioso tesoro: la diversidad de los manglares que la rodea.
Disfrutar y conservar
En la isla a más de aprender a conservar el entorno natural también se puede disfrutar de su playa con la suave arena blanca y decorada con gigantescas palmeras cargadas de cocos.
Su brisa y el mar azulado acogen a quienes se deciden disfrutar en este sitio sereno y seguro. La gastronomía es elaborada con los productos frescos que sus pescadores obtienen del manglar, la cual es muy recomendada.
Si prefieres hospedarte hay opciones para acampar alrededor de las palmeras, ocupar las cabañas de bambú que están en la comunidad o en lujosas cadenas hoteleras que también prestan servicio en esta isla considerada uno de esos paraísos pocos explorados de Ecuador.