Dominguero

YODA EL PERRO QUE PISÓ MACHU PICCHU

El can rescatado en Quito logró ingresar al histórico sitio peruano junto a su dueña. Pese a su discapacid­ad ha recorrido varios países de América y Europa.

- Colaboraci­ón (IG @dogmomtv)

Yoda es un perro especial, no solo por su discapacid­ad que le impide mover sus patas traseras, sino por todo lo que ha viajado. El can de raza mestiza, que fue rescatado de las frías calles del sector de Tambillo, en Quito, desnutrido y lleno de parásitos, enamoró a Ana Cristina López, quien decidió adoptarlo hace 7 años (se cree que su edad pasa de los 10). Desde entonces se volvieron inseparabl­es.

Juntos han recorrido varios países de América y Europa. En noviembre, Yoda estuvo en Machu Picchu, llegó a ese histórico sitio de Perú, como perro de apoyo emocional.

Antes estuvo Óscar, un can sudafrican­o que viajó por algunos lugares promoviend­o la adopción responsabl­e. Lastimosam­ente falleció en enero del 2023.

El acceso de mascotas a ese lugar turístico está prohibido, debido a su carácter sagrado y a la presencia de especies endémicas como llamas, alpacas, aves, entre otros animales. Sin embargo, existen excepcione­s como es el caso de aquellos canes que están registrado­s como guías o de apoyo emocional.

“Les dije a los chicos de la agencia de viajes que iría con Yoda. Ellos se aseguraron de que los lugares a donde íbamos a ir fueran `pet friendly', tanto el hotel como los restaurant­es, pero en el caso de Machu Picchu tuve que indicar con un certificad­o que el perro era de apoyo emocional, por un tema de depresión por el que pasé, razón por la que viaja conmigo todo el tiempo”, asegura Ana Cristina, una influencer que tiene a cargo un canal en Instagram llamado dogmomtv, donde Yoda es la estrella y en el cual trata temas relacionad­os a las mascotas.

Con ese certificad­o la agencia se encargó de pedir permiso, con tres meses de anticipaci­ón para el acceso al sitio turístico. Una semana antes del viaje, le confirmaro­n a López que Yoda era bienvenido a tierras peruanas. Aparte de eso, la tutora del can se encargó de hacer otros trámites como el permiso de salida del país y documentos de vacunación.

“Mucha gente me dijo que era imposible que Yoda pueda ingresar a Machu Picchu, pero lo logramos”, detalla. Durante el recorrido algunos guardias se acercaron para pedirle los permisos. Yoda siempre estuvo dentro de su maletita y con el pañal puesto.

Aunque el recorrido fue un poco largo, su preocupaci­ón era que el paseo maltratara a su perro, pero no fue así. Incluso llegaron hasta el desierto de Ica, en Perú.

Meses antes disfrutaro­n de los paisajes en los Alpes suizos, aunque en Portugal, la travesía fue un poco más dura, por la cantidad de escaleras que debieron transitar.

“El maltrato siempre es para mí, porque mi perro va en su coche o en una maletita especial. Yo lo cargo, él va como faraón, acompañado de abanico, agua y provisione­s”, detalla Ana Cristina, quien ve como un avance que lugares turísticos e históricos, permitan el ingreso de mascotas, algo que años atrás era impensable.

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