LAS ESPECIALISTAS
La supervisión es necesaria:
“Al abordar el problema, es necesario que los padres adopten un método de evaluación que no incluya gritos ni castigo físico. ¿Cómo accedió a ese video? ¿Desde cuándo ha estado ocurriendo? ¿Con qué frecuencia entra a dicha página? Estas, entre otras interrogantes, pueden servir para conocer el trasfondo y buscar ayuda de profesionales.
De existir un problema de adicción, los progenitores deben procurar no aumentar la carga emocional del hijo generándole culpa o vergüenza de sí mismo. Por el contrario, es necesario más supervisión, regular el uso de las pantallas y hablar de las consecuencias de la pornografía en su vida. Antes de esto, desde casa los hijos deben haber mantenido una charla con sus padres sobre sexualidad, de aspectos como pudor, menstruación, abuso, cómo nacen los bebés, entre otros. Antes se pensaba que los padres debían explicar temas conforme los niños preguntaran, pero hoy, debido a la virtualidad, hay que adelantarse y hablarlo con naturalidad para que siempre el hijo los vea como su principal fuente de información, en lugar de buscar ayuda en internet, algún compañero u otra persona”.
Daniela Nugué, psicóloga clínica y máster en Asesoramiento Educativo Familiar por la Universidad Complutense de Madrid
Hay que tener claro lo que es pornografía.
“Cuando se es padre de un niño o adolescente que es
`nativo digital', es prioritario entender qué es la pornografía. Según la Real Academia Española, su significado hace alusión a la “presentación abierta y cruda del sexo que busca producir excitación”. Si antes estos contenidos venían en formato de revistas, o películas en VHS o DVD, hoy se difunden en un escenario virtual. Cuando se consume material explícito de contenido obsceno, se activa de inmediato la dopamina, que es un neurotransmisor presente en el cerebro y asociado al placer. El problema es que cuando la liberación de dopamina es excesiva, las personas se convierten en adictas. Entonces, lo que empezó siendo esporádico se convierte en habitual.
¿Pero qué hace que el niño o adolescente se vuelva adicto? La carencia emocional está detrás de eso, por lo que la pornografía sería un escape para no sentirse como se sienten en ese momento”. Mónica Ortiz, docente de la Universidad Central del Ecuador y coautora de varios artículos y libros sobre sexualidad