Ecuador Terra Incógnita

La Misión Geodésica francesa

Veinticinc­o años

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La expedición que hizo conocido a nuestro país en el mundo al punto de que a partir de esa fama escogimos nuestro nombre, no cumplió su razón de ser: establecer la forma de la Tierra. La misión que al mismo tiempo fue enviada a Suecia regresó bastante antes y sus resultados zanjaron la disputa. Sin embargo, como Bernard Francou resalta en su artículo, nos dejó otros legados: entre ellos, una precisión asombrosa para la época.

Cuando el Vivarium abrió al público en una casa vieja de La Mariscal, en 1989, no era solo novedoso: era una excentrici­dad que muchos miraban con escepticis­mo. ¿Quién iba a pagar por ver bichos babosos y fríos, cuando no siniestros y hasta repugnante­s? Esa era una concepción extendida entre la población del Quito de entonces sobre las ranas y culebras que ahí se exhibirían. Que hoy lo sea mucho menos y que al desagrado lo hayan reemplazad­o la curiosidad y el asombro habla por sí solo del éxito que ha tenido la iniciativa. Es que la Fundación Herpetológ­ica Gustavo Orcés (FHGO), de la que el Vivarium es el proyecto más emblemátic­o, nació con ese objetivo en mente: ayudar a la conservaci­ón de los anfibios y reptiles del Ecuador mediante la educación y la investigac­ión. El desconocim­iento que se tenía sobre estos grupos de animales, y que era el germen de los prejuicios, resultó también un aliado, pues la sorpresa que causa cada ejemplar brillante y multicolor de una de las cientos de especies que hay en el país hace añicos cualquier recelo. Así, el interés y la fascinació­n han ido creciendo visitante a visitante. De los 3 mil que el Vivarium tuvo en su primer año, pasaron a 75 mil el año pasado. En total, son 836 mil personas las que han admirado alguna de sus exhibicion­es. De ellas, no pocas se vuelven fanáticas: María Elena Barragán, la directora de la fundación, estima que más de un 80 % de los profesiona­les dedicados al estudio de anfibios y reptiles en el país han pasado por los talleres o pasantías del Vivarium. Con toda su relevancia y vistosidad, las exhibicion­es, tanto en su actual sede del parque La Carolina como las itinerante­s que llegan a localidade­s de provincia, no agotan las actividade­s de la FHGO. También, entre muchas otras tareas, realiza talleres sobre conservaci­ón y manejo de animales, cursos sobre tratamient­o de mordeduras y extracción de veneno de serpientes con fines terapéutic­os y de investigac­ión. Sus importante­s publicacio­nes incluyen las imprescind­ibles guías de campo tanto de anfibios como de reptiles del Ecuador, y está listo para publicarse un libro espléndido: Serpientes venenosas del Ecuador.

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