Urbanización: ¿solución o problema?
En 2030 seremos 8 mil millones de habitantes sonando las alarmas planetarias de la demanda de recursos para mantener a nuestra especie. ¿Hay espacio para tanta gente? Las proyecciones para 2050 colocan a más de dos tercios de la población en ciudades. Vastas áreas rurales han sido o serán absorbidas por las urbes. Así, el crecimiento urbano se convierte en una de las principales amenazas para el planeta, pero talvez sea también la única oportunidad de solucionar la pobreza sin destruirlo. Se puede argumentar que, al menos desde la revolución del Neolítico y la invención de la agricultura, hace unos 10 mil años, nuestra historia ha girado alrededor de los centros poblados, y aunque el debate sobre ciudades buenas, malas o feas esté muy lejos de acabar, necesitamos actuar ahora en base a la realidad que ya existe: potenciar las ventajas de vivir en estos enormes magnetos de personas.
Ecuador no es ajeno al crecimiento exponencial de la humanidad. La población del país pasó de cerca de 3 millones a 14 millones entre 1950 y 2010, y los mayores índices de crecimiento fueron en las ciudades más grandes. En seis décadas, Quito y Guayaquil se han extendido como manchas que avanzan transformando campos y cultivos en zonas residenciales. Existen pocos tratados sobre el urbanismo ecuatoriano, pero parecería que el modelo de “ciudades jardín” propuesto por el inglés Ebenezer Howard a finales del siglo XIX –actividades comerciales concentradas, áreas residenciales periféricas con espacios verdes– es el que imperó cuando empezó el crecimiento urbano, y que luego fue desbordado por la migración del campo a la ciudad.
Aunque millones de personas confinadas entre paredes y calles representan millones de problemas, es hora de entender por qué, a pesar de ellos, las ciudades siguen siendo tan atractivas para la gente y, a partir de allí, buscar las soluciones. Edward Glaeser, en El triunfo de la ciudades, inicia su análisis con un enunciado evidente: “no existe un país urbanizado pobre y tampoco un país rural rico”. La nueva visión de ciudad se aleja del paradigma de urbes dispersas en cinturones verdes y apunta a que los ciudadanos pasen más tiempo en ascensores
y menos en sus autos. Mumbai y Seúl están entre las ciudades de población más densa, con 20 y 17 mil personas por kilómetro cuadrado, respectivamente. Sin embargo, a diferencia de Mumbai, la capital coreana se destaca como una ciudad modelo que concentra las actividades de los habitantes en la cercanía de sus viviendas y les garantiza espacios públicos de calidad.
En 2014, el presupuesto invertido en espacios verdes de Estados Unidos superó los 6 mil millones de dólares. Esta cifra es entendible si observamos cómo en Washington la cercanía de un parque aumenta la plusvalía de una vivienda hasta en 5%. La Gran Manzana incrementó en un 20% su masa verde a través de la siembra de más de un millón de árboles en veredas y parques para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y no solo para tener más nidos de pájaros. Datos provenientes de Toronto comprobaron que la presencia de árboles reduce el estrés, incrementa la salud y alarga la vida de los ciudadanos, ¡hasta en 7 años!
CIUDAD DEL FUTURO
Para hablar de las ciudades del futuro, olvidemos los autos voladores y enfoquémonos en sitios saludables. Ámsterdam, Oslo o San Francisco se encuentran entre las ciudades más “vivibles” del mundo. ¿Cuál es su receta? He aquí algunos elementos comunes: densificación de los centros poblados, reducción del uso de vehículos, árboles, espacios públicos de calidad, consumo local, bajo crecimiento poblacional, excelente transporte público, control efectivo de la contaminación, manejo inteligente de residuos. Vale enfatizar en la necesidad de una mejora radical de la movilidad. Sin duda, uno de los principales obstáculos hacia nuestras ciudades del futuro es el automóvil particular. Otro es el crecimiento poblacional. No podemos continuar con la tendencia actual, constatada por el físico Geoffrey West, en que un millón de personas entra a las ciudades del mundo cada semana.
CIUDADES VERDES, ¿TODOS FELICES?
A pesar de la importancia que pueden tener los espacios verdes de una ciudad, no es posible lograr ciudades sostenibles sin mejorar los sistemas constructivos. La construcción es responsable de cerca del 15% del producto interno bruto global, ocupa gran parte de la superficie de las ciudades y es central en su metabolismo. Durante la reciente cumbre sobre el cambio climático en París, se resaltó que, sin cambios de fondo, para 2050 la contribución de la construcción al cambio climático se triplicará.
Por eso, la Alianza para la Construcción Sostenible apunta a reducir al menos el 50% del crecimiento del consumo de energía a través de nuevos edificios eficientes y otros renovados. De lograrlo, para 2030 se evitarían emisiones equivalentes a las de 630 millones de autos por año.
No hay duda de que estas ciudades verdes, sostenibles, inteligentes o del futuro deben empezar a construirse desde hoy. y que pueden aportar a la solución de la crisis ambiental. Si bien Seúl, Nueva York o Washington marcan un camino al tener a sus espacios públicos, hospitales y escuelas en la misma escala de importancia, por otro lado vemos cómo continúa el acelerado deterioro y crecimiento desordenado de la mayoría de asentamientos humanos. Es claro que las ciudades causan graves problemas, pero llegaron para quedarse; ahora el reto es convertirlas en ecosistemas urbanos en lugar de cementerios ecológicos