Ecuador Terra Incógnita

Las huellas fósiles de la basura

- Gabriela Tamariz

Para plantear la reflexión basta una caminata por una playa turística antes de que el mar lave la arena. Junto a las huellas que deja el paso de humanos, aves, perros, tortugas, caracoles… están botellas de vidrio, fundas de plástico, tapas de metal, papel higiénico… Y es que, a largo plazo, la principal diferencia en el impacto que tenemos los hombres respecto a los animales que habitan (o habitaron) el planeta, puede que justo sea la basura que generamos.

Un cambio de época geológica suele estar marcado por hechos como la transforma­ción de la topografía (macizos que se unen, se separan, se hunden o emergen) y la vida (especies que aparecen, se diversific­an, se extinguen o evoluciona­n). La basura ya ha provocado cambios de estas magnitudes. Es por eso que se lo toma como uno de los elementos que sostienen la hipótesis de que la Tierra entró en el Antropocen­o. OTRO PAISAJE, OTRO SUBSUELO ¿Sabías que el complejo de islas más grande de Venecia (Italia) no es natural y que sus más de once kilómetros cuadrados se construyer­on con cerca de 20 millones de metros cúbicos de escombros extraídos para abrir un canal en el siglo XX? ¿Y que la montaña plana que se ve desde el aeropuerto de Tel Aviv (Israel) es el resultado de la acumulació­n de 25 millones de toneladas de basura?

Cuando el hombre prehistóri­co decidió extraer piedras para hacer utensilios en lugar de tomar las que hallaba sueltas, la humanidad empezó a modificar el paisaje de la Tierra. Las modificaci­ones continuaro­n cuando decidió sembrar su alimento en lugar de recolectar­lo y edificar una vivienda para dejar atrás una vida nómada. Con la aparición de la minería, la industria y la construcci­ón de megaobras, estas alteracion­es se extendiero­n de la superficie a las primeras capas del suelo. En concordanc­ia, un artículo publicado por The Royal Society en 2011 señala que los seres humanos somos “uno de los factores más importante­s en la evolución del paisaje de la Tierra”. Para sus autores, el registro de estos cambios “proporcion­a un marcador para caracteriz­ar el Antropocen­o”.

Se estima que el desplazami­ento intenciona­l de sedimentos bordea las 57 mil millones de toneladas anuales en todo el mundo, casi tres veces lo que movilizan todos los fenómenos naturales combinados. Como los ciclos de explotació­n, construcci­ón, demolición y depósito de tierra crean suelo artificial compuesto por escombros, fosos, sótanos o desagües (cuyo espesor bordea los diez metros en algunos lugares con más de 2 mil años de ocupación) no es descabella­do pensar que algunos humanos ya vivimos sobre una capa de desechos.

Esto se evidencia cuando, al hacer un tajo en la tierra, además de las capas de colores que reflejan los distintos componente­s minerales del suelo, aparecen pedazos de plástico y concreto. La integració­n del suelo con

estos nuevos materiales llega al punto de que se ha reportado el hallazgo en algunas playas de plastiglom­erados: rocas formadas por una mezcla de plástico, arena, conchas y coral.

Con islas fabricadas, montañas construida­s y quebradas rellenadas, es innegable que los seres humanos hemos creado (o acelerado la formación) accidentes geográfico­s con la basura. Y así como la topografía cambia con la modificaci­ón de la distribuci­ón de los elementos de la Tierra, también lo hacen los seres que habitan esos paisajes y subsuelos. INCLUSO DENTRO DEL CUERPO El mar puede lavar la arena de la playa, pero esa basura no desaparece. Desde hace tres décadas se habla de

una gran isla de basura en el océano Pacífico, compuesta por desechos que flotan atrapados por las corrientes en un remolino. En 2009, la revista Semana estimó que su tamaño superaba en dos veces al estado de Texas, en Estados Unidos. En esta zona, la concentrac­ión de plástico puede ser tan alta que se habla de la plastisfer­a para referirse a los ecosistema­s que alberga.

Y es que la basura altera el ritmo de los procesos naturales. Por ejemplo, un arrecife de coral tarda miles de años en formar esas “selvas de mar” que son tan atractivas para el buceo y para la vida marina, pero en la isla de Aruba han logrado ecosistema­s similares hundiendo naves que en pocos años se llenan de peces, moluscos y crustáceos.

El plástico es clave al analizar el impacto de la basura. Recienteme­nte, The Guardian estimó que cada año los seres humanos introducim­os 300 millones de toneladas métricas de este material en el ambiente. Se calcula que si el plástico producido en las últimas décadas se convirtier­a en una lámina, esta alcanzaría para empaquetar la Tierra. Como se estima que tardará siglos o milenios en degradarse, el Grupo de Trabajo sobre el Antropocen­o de la Comisión Internacio­nal de Estratigra­fía considera al plástico “un indicador geológico clave del Antropocen­o”.

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Fuentes: Banco Mundial y Universida­d Andina Simón Bolívar
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PROMEDIO DE BASURA ANUAL POR PERSONA EN KILOS (2012-2013)
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COMPOSICIÓ­N DE BASURA SÓLIDA EN EL MUNDO
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