Carta del editor
La vida es un continuum. A pesar de las clasificaciones con las que las diferentes culturas intentamos dar sentido a la diversidad, toda la vida comparte un origen común y una esencia. Aún más, (algo que ya sabían los taxonomistas del siglo XVIII) las fronteras entre las especies no siempre son claras, y la variación dentro de una misma especie puede ser enorme.
Los artículos en esta edición, todos hacen referencia a ese inestable juego entre la unicidad de la vida y sus diferentes formas (además de aquellas con que los humanos nos las representamos). En el primero de ellos, Javier Carrera analiza la recién aprobada ley de Semillas y el camino de diálogos, juego de intereses, resistencias y arterías que desembocó en su contradictoria forma actual. En el fondo, las discrepancias provienen de diferentes nociones de lo que es una semilla y de lo que es la vida en general: una racionalista y mercantil, que busca maximizar la producción y acaparar ganancias, y otra permeada por la cosmovisión andina, en que los cultivos son parte intrínseca de las relaciones sociales y de la posibilidad de una reproducción social autónoma.
Le sigue un trabajado ensayo fotográfico sobre la población de Mascarilla, insertada en los vericuetos del valle del Chota. Isadora Romero parte de una leyenda popular que advierte de una estrella que vuela en las noches; quien la viere se convertirá en algún animal o en polvo. Ese es el pretexto para adentrarse en una cotidianidad alegre, orgullosa y colorida. La mirada de Isadora destaca la comunidad humana antes que las diferencias; evoca así a Carl Sagan, quien decía que todos estamos hechos de la misma materia: polvo de estrellas.
Por último, Sebastián Padrón nos presenta a unos bichos que encarnan esta (con)fusión de la vida como pocos: unos inverosímiles saltamontes que, siendo animales, llegan a extremos asombrosos para hacerse indistinguibles de las plantas que habitan. A su consideración queda esta revista de ustedesnosotros.