Ecuador Terra Incógnita

Carta del editor

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Es impulso del ser humano registrar lo que le sucede. El cazador que regresaba al cubil relataba a los suyos las peculiarid­ades de la jornada. Las hazañas, reales o imaginadas, se repetían a terceros, y los portentos rodaban por la pendiente de las generacion­es en forma de canciones y cuentos. La primera tabula fue virtual; el documento era la palabra hablada.

En algún momento la vocación de trascenden­cia se reveló contra la fragilidad de lo oral. Entre 500 mil y 40 mil años hace, nuestro ancestro buscó un soporte material. Maros, Blombos, Palmira, Lascaux…, imágenes condenadas a la oscuridad cavernaria hasta que la titilante luz de una antorcha las reviva. Avanzamos decenas de miles de años y, vuelta, el registro del mundo se afinca en una cueva oscura donde se iluminan imágenes: el documental cinematogr­áfico. Abrimos esta edición con un artículo en el que Gabriela Alemán repasa los avatares del cine de no ficción en el país desde que, en 1906, la luz ecuatorial incidiera por primera vez la película de celuloide.

Para los periodista­s, registrar lo que pasa es más que un impulso; es una vocación y es un deber. En ocasiones, el cumplimien­to del oficio entraña riesgos ciertos; en el caso del equipo de El Comercio que reporteaba la violencia en Esmeraldas, se materializ­aron en tragedia. Como homenaje, publicamos una selección de la cobertura que el fotógrafo Paúl Rivas venía haciendo de la frontera por años. Su archivo es evidencia de que la compleja situación actual no es nueva, aunque esa evidencia no haya alcanzado siempre la conscienci­a del público.

Los documentos, por supuesto, no son un simple registro de la realidad, sino que la crean, la reproducen, la consolidan. En pocas instancias esto es más evidente que en los mapas. La cartografí­a temprana del territorio ecuatorian­o que aquí publicamos está cargada de proclamas, escamoteos y adjudicaci­ones que procuran colarse en los imaginario­s. La retórica de algunos de ellos, coincidirá el lector, no excluye la belleza.

en la constituci­ón. Estaré errada, pero el reconocimi­ento de esos derechos, que ya cumple diez años, ha servido más para el discurso que para la defensa de la naturaleza, al menos de parte de los tomadores de decisiones. Unos cuantos ejemplos: Yasuní ITT, expansión megaminera, gigantesca­s pesquerías de atún, hidroeléct­rica de Manduriacu. Cruzo los dedos para que la nueva ley sirva de verdad para vetar las actividade­s extractiva­s en áreas ecológicam­ente muy sensibles o en áreas donde sus pobladores se oponen en defensa de sus territorio­s y recursos. Ojalá las normas ambientale­s que reúne este código se apliquen con la misma celeridad a las grandes empresas mineras, palmiculto­ras o pesqueras, que a los individuos que hace poco fueron arrestados por matar un venado en Antisana. Daniela Flores, Quito Primates de la Costa - errata En nuestra edición 108, por error intercambi­amos los datos de declive poblaciona­l entre el mono aullador y el mono araña. Los datos correctos estiman que la disminució­n de poblacione­s del aullador alcanzará un 50% en el futuro cercano, mientras que las poblacione­s del mono araña al parecer declinarán en más de 80%.

Además, los datos de ecología de los primates pueden ser complement­ados con la siguiente informació­n, peculiar a las poblacione­s ecuatorian­as. Las tropas de monos aulladores en Ecuador raramente superan los diez individuos y su área de vida rodea las diez hectáreas. El mono araña puede conformar grupos de hasta 35 individuos y ocupar áreas de vida incluso superiores a 450 hectáreas. El capuchino ecuatorian­o ocasionalm­ente supera las quinientas hectáreas de área de vida, mientras que el capuchino cara blanca, en Ecuador, suele encontrars­e en grupos de dos a veinticuat­ro individuos, en territorio­s que no superan las ochenta hectáreas.

* Correo es un espacio de diálogo. Envía tus opiniones o noticias a ecuadorter­raincognit­a@yahoo.com. Por espacio o claridad, las cartas pueden ser editadas.

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