Carta del editor
En semanas pasadas se anunció que se empujarían las fronteras petroleras más adentro en el parque nacional Yasuní, hacia el área conocida como Ishpingo (la “I” del otrora emblemático ITT). Necesitamos pagar el despilfarro, la corrupción y la ineptitud que sostuvimos con nuestros votos y nuestro entusiasmo durante los última década. Esa es la justificación ahora. Las crisis, como argumento, son inapelables. Las consideraciones ambientales o humanas quedan relegadas frente a las urgencias fiscales (como también quedan cuando, en su turno, la presión viene de los altos precios del crudo). Lo cierto es que la depredación y el genocidio –de los que esta ampliación es solo el más reciente capítulo– han sido los puntales de nuestro “proyecto nacional” durante, al menos, los últimos cincuenta años. El artículo de Milagros Aguirre, quien ha visto de cerca la contracara violenta del desarrollo extractivista, la que les toca a sus víctimas sacrificiales, nos recuerda la problemática imaginación geográfica – las fabricaciones, los ocultamientos, los racismos, las interpretaciones antojadizas– con que logramos sostener el honor de una patria que vive de la rapiña. Aquí quedan en evidencia los malabares discursivos, legales y cartográficos que son parte fundamental de la estrategia petrolera del país; es nuestra obligación no soslayarlos.
Como tampoco debemos dejar pasar los exabruptos xenófobos que proliferan en las calles y en los salones, entonados por la exaltada cacofonía de las redes sociales. Los prejuicios, mezquindades, olvidos e ingratitudes que están detrás del rechazo a los extranjeros que han tenido que dejar sus hogares nos degradan como personas. Como antídoto, presentamos una crónica del éxodo venezolano compuesta por las imágenes de Edu León y el texto de Soraya Constante.
Por último, en otra celebración de la diversidad e inventiva de la vida, Sebastián Padrón nos presenta a las desconocidas y rutilantes abejas de las orquídeas, que utilizan los perfumes que recogen de las flores para conquistar a sus parejas.