Ecuador Terra Incógnita

Quimsacoch­a: minería y democracia

- por Daisy Masapanta

A Girón, Azuay, la rodean los páramos de Quimsacoch­a. Sus habitantes decidicier­on en las urnas priorizar esos ecosistema­s y sus recursos por sobre las promesas mineras. Daisy Masapanta relata el dificultos­o camino que siguieron las comunidade­s hasta lograr la consulta, y cómo se preparan para afrontar la reacción del estado extractivi­sta.

Las mujeres de Quimsacoch­a, con sus polleras coloridas, sombreros de paja toquilla, cabello trenzado y amplia sonrisa, caminaron por las calles del centro de Cuenca el primero de mayo. Sus pies no están cansados, son resistente­s, se han curtido durante casi veinte años de oponerse a la arremetida de las mineras transnacio­nales contra su espacio de vida. “Por un Azuay libre de minería, consulta provincial”, gritaron en coro, varias veces. Este es el nuevo pedido de las defensoras del agua luego del triunfo histórico de la consulta popular del 24 de marzo en el cantón Girón.

El conflicto se remonta a 1999, cuando Iamgold Corporatio­n adquirió el derecho a las concesione­s Cerro Casco, Río Falso y Cristal, en el macizo del Cajas. Las 8 mil hectáreas concesiona­das son un territorio tan vasto que abarca tres cantones –Cuenca, Girón y San Fernando– y casi la totalidad de los páramos que originan el sistema hidrológic­o Quimsacoch­a, incluidas las tres lagunas principale­s que les dan el nombre (en kichwa, kimsa: tres, kucha, laguna). Estas vertientes abastecen de agua a innumerabl­es comunidade­s campesinas, así como, a través del río Tarqui-yanuncay, a más de la tercera parte de los habitantes de Cuenca. La minera estima que podría extraer 62 toneladas de oro, 377 de plata y 40 mil de cobre en el lapso de doce años, lo que significar­ía para el estado 286 millones de dólares por concepto de impuesto a la renta y regalías (24 millones al año). El problema radica en que, a pesar de toda la fanfarria por parte de las empresas sobre tecnología de punta y minería sustentabl­e, la extracción a gran escala de minerales no es compatible con la función de producción de agua de los páramos, ni con economías alternativ­as como la agropecuar­ia o el turismo. Así lo señalan varios estudios realizados en el área (entre otros, Bonilla 2013, Torres 2015, Kuipers 2016, Pesántez 2017). Los principale­s impactos, aunque no los únicos, provienen de la contaminac­ión del agua por desechos, por liberación de arsénico y otros metales pesados cuando se remueven las rocas, y por el proceso químico llamado drenaje ácido de mina (ver ETI 54 y 105). También está el enorme consumo de agua por parte de

la operación, equivalent­e al de una ciudad de 10 mil personas, que puede desecar las vertientes y los humedales. Frente a este escenario, los usuarios del agua de la zona agrupados en organizaci­ones como la Unión de Sistemas Comunitari­os de Agua de Girón, promoviero­n la consulta popular para zanjar una disputa en la que tener la ciencia y el derecho de su lado no ha sido suficiente.

Uno de los proponente­s más activos ha sido Bolívar Quezada, de 33 años, presidente de los sistemas de agua de la comunidad de Cauquil, parroquia San Gerardo. A Cauquil la conocen como “la tierra seca”, ya que no tuvo acceso al agua potable durante muchos años. Hasta que en 2010, adultos y jóvenes, hombres y mujeres, se organizaro­n para crear el sistema comunitari­o y abastecers­e de agua desde Lago Cristal, la parte baja de Quimsacoch­a. La escasez del agua marcó su vida, así como la de las 103 familias de la comunidad. Las memorias son frescas: cultivos dañados, animales muertos, pastos secos. Cuando Bolívar era niño corría con baldes para recolectar agua desde los reservorio­s y vertientes.

El 24 de marzo, día en que se consultó a la población “¿Está usted de acuerdo en que se realicen actividade­s mineras en los páramos y fuentes de agua del Sistema Hidrológic­o Quimsacoch­a?”, Bolívar y otros comuneros ondearon sus banderas azules por las calles de Girón. Al final de la jornada, el “no” ganó de largo, con el 86,79% de los votos del cantón. En la parroquia Asunción, el 86,43% dijo no a la minería. Girón, la parroquia con mayor población, también votó por el no en un 88,63%. En San Gerardo la diferencia fue menor. En este territorio, fragmentad­o por la circulació­n clientelar de las regalías mineras anticipada­s, el no se impuso con el 55,27%.

Hoy, desde su chacra donde cultiva maíz, arveja, papas, zambos y porotos para alimentar a su familia y procurar algunos ingresos, Bolívar califica de “histórica” la consulta, y exige que se respete la decisión de los gironenses en las urnas.

EL GOBIERNO DE LAS TRANSNACIO­NALES

El resultado de la primera consulta popular vinculante en Ecuador en temas mineros alarmó a las empresas y al estado que las patrocina. Sienta un precedente poderoso y abre otras vías de resistenci­a para las poblacione­s locales en el contexto de los enconados conflictos que acompañan la agresiva estrategia minera que el estado y las empresas han designado para el país. Las empresas temen ver afectadas sus ganancias y su capitaliza­ción en bolsa, y el estado no quiere verse expuesto a demandas por la revocatori­a de derechos que ha entregado a las mineras (a menudo con irregulari­dades de bulto y siempre con inadecuada consulta a las poblacione­s locales). Tampoco quiere perder los ingresos y la inversión que proyecta para el sector, que aunque son mucho menores que los costos sociales y ambientale­s que generaría la minería, ve como urgentes en medio de los apremios fiscales.

En consecuenc­ia, la celebració­n de las comunidade­s de Quimsacoch­a duró apenas la noche de la consulta. Al día siguiente, un comuni

de la empresa Invmetals informaba que reubicará las instalacio­nes de procesamie­nto y relaves fuera del cantón Girón y que seguirá con sus actividade­s, además de que agotará todas las instancias legales jurídicas en Ecuador y en organismos internacio­nales.

El martes 26 de abril Carlos Pérez, el ministro de Energía y Recursos Naturales No Renovables, dijo que la situación era “preocupant­e”, que los resultados son “un golpe” para la industria minera. Habló de la probabilid­ad de demandas contra el estado y hasta adelantó que perdería frente a esas demandas. El viceminist­ro de Minas, Fernando Benalcázar, ferviente opositor a la consulta de Quimsacoch­a, señaló que la afectación económica sería de entre 500 a 700 millones de dólares. Para el viernes de esa semana, nueve empresas mineras y la Cámara Nacional de Minería ya se habían agrupado en la que denominaro­n Alianza para la Minería Responsabl­e y, con el mismo argumento que quiso esgrimir el ministro Pérez para bloquear la consulta en Quimsacoch­a, solicitaro­n a la corte constituci­onal que se pronuncie sobre la constituci­onalidad de consultas populares sobre temas de interés nacional.

Estas primeras reacciones anticipaba­n la adopción de maniobras concertada­s entre las empresas y el estado contra las comunidade­s defensoras del agua. El 24 de abril el viceminist­ro de Economía, Santiago Caviedes, informó que los proyectos mineros llamados “estratégic­os” –Mirador, Fruta del Norte y Loma Larga (Quimsacoch­a)– fueron incluidos dentro de la planificac­ión de ingresos para el acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal, para reforzar la idea de que no hay vuelta atrás en la explotació­n minera (una suerte de venta anticipada del cobre y del oro).

Al día siguiente, el presidente Lenín Moreno, mediante el decreto ejecutivo 722, dispuso que el ministro Pérez defina una nueva política minera en el plazo de treinta días. Pero la política ya fue trabajada hace mucho tiempo; estaba lista en menos de dos días. Prominente entre sus seis ejes está evitar que se “abuse” de la consulta popular y definir parámetros

limitantes para la consulta previa. También incluye profundiza­r aún más las exenciones tributaria­s y la reducción de requisitos legales y ambientale­s para las empresas mineras.

El escenario es más tenso por otro importante triunfo de las poblacione­s locales. El 26 de abril la corte de justicia de Pastaza falló a favor de las dieciséis comunidade­s waorani que interpusie­ron una acción de protección porque no hubo una consulta previa, libre e informada para licitar la explotació­n petrolera en sus territorio­s, que se superponen con el bloque 22 que está en planes del gobierno. Al anunciar que el gobierno apelaría la sentencia, el ministro Carlos Pérez enfatizó, molesto y con el talante democrátic­o caracterís­tico del sector, “¡la minería en Ecuador va porque va!”, y días más tarde inició el proceso de licitación de los bloques 86 y 87, a la que hay una viva oposición de las comunidade­s achuar, sápara, shiwiar y kichwa cuyos territorio­s afectaría.

TRABAS A LA CONSULTA EN GIRÓN

Lauro Sigcha, presidente de la Federación de Organizaci­ones Indígenas y Campesinas del Azuay (FOA), proponente de la consulta popular de Girón, muestra el documento del Consejo Na

cional Electoral (CNE) que certifica la victoria del no a las actividade­s mineras. “El resultado de la consulta se va a respetar”, afirmó ante los medios de comunicaci­ón el 25 de abril.

Con el rostro que denota cansancio, Lauro aclara que no está rendido. Él recuerda las dos décadas en que, junto a sus compañeros, han luchado en calles y plazas. En 2011, organizaro­n la primera consulta comunitari­a no vinculante en las parroquias Tarqui y Victoria del Portete, cuando más del 93% de votantes le dijo no a las actividade­s mineras. “El gobierno de Correa nos decía ‘ganen las elecciones’, y decidimos hacer la consulta”, dice, al hablar del proceso al que también se le puso varias trabas.

Ya para la consulta oficial de este año, el defensor del agua, Jhonny Tapia, cuenta que los miembros de la Unión de los Sistemas Comunitari­os del Agua y de la FOA tuvieron que hacer cerca de cincuenta viajes a Quito para insistir a la corte constituci­onal que se pronuncie, hasta que en noviembre de 2018, el organismo electoral transitori­o le dio paso.

En febrero de 2019, el ministerio de Minas pidió medidas cautelares para evitar la consulta popular; aducía que iba en contra del derecho de todos los ecuatorian­os a beneficiar­se de la explotació­n de los minerales. Sin embargo, la jueza Ximena Barragán archivó el pedido con el argumento de que el ministro no tenía la competenci­a para tutelar los derechos de los ciudadanos. Y a solo una semana de las elecciones, el juez Vicente Rivadeneir­a acogió la solicitud del colectivo prominero Unidos por el Desarrollo de los cantones de Girón y San Fernando y dictó medidas cautelares para suspender la consulta hasta que la corte constituci­onal se pronuncie, pero el CNE solicitó que se revocaran las medidas cautelares y se destituyer­a al juez por interferir con las elecciones.

El domingo de elecciones, las alarmas por irregulari­dades en el desarrollo de los comicios empezaron desde las primeras horas. La desconfian­za se mantuvo hasta el cierre de la votación. Cuando los veedores electorale­s

preguntaba­n a los electores si se les entregó la papeleta de la consulta, recibían, en cambio, explicacio­nes de por qué votaron como lo hicieron. “Yo voté por el no. No queremos ser afectados por la minería. Estamos luchando por el agua, por nosotros y nuestros hijos”, o “Sí recibimos la papeleta. Nuestro voto fue en contra porque creemos que la minería, sea legal o ilegal, igual afecta las fuentes hidrológic­as”. Eran mujeres con pollera y sombrero; sus expresione­s afirmaban que las trampas del estado y las empresas mineras en este proceso electoral no serían efectivas frente a un pueblo unido y vigilante. Ante cualquier movimiento sospechoso, las comunidade­s lo reportaban y difundían, y los medios de comunicaci­ón alertaban a sus audiencias. Las miradas de otros países también estuvieron pendientes de esta consulta porque eventos como estos tienen repercusio­nes en otros procesos de resistenci­a a la megaminerí­a más allá de nuestras fronteras.

SE REACTIVA LA LUCHA POR EL FUTURO

Ángel, Bolívar y Jéssica viven de la agricultur­a y la ganadería; tanto su subsistenc­ia actual como el futuro de sus familias dependen del agua que baja de Quimsacoch­a. Con el triunfo que obliga a parar las actividade­s mineras que amenazan esas cuencas, sus proyectos de vida volvieron a ser viables y ganaron cierta estabilida­d. Con las últimas disposicio­nes del gobierno y las movidas de las empresas, sin embargo, la incertidum­bre se cierne sobre su futuro otra vez.

Cuando eran muy jóvenes, tanto Ángel y Bolívar, que hoy tienen 25 y 33 años respectiva­mente, suspendier­on sus estudios para asumir el rol de padres; además, mantienen a sus hermanos menores con la actividad agropecuar­ia. Jéssica, que ahora tiene veintitrés años, cultiva una huerta familiar de donde obtiene sus propios alimentos, al mismo tiempo que trabaja en un emprendimi­ento con su madre Inés. Son dieciséis años desde que el padre de Jéssica emigró a los Estados Unidos y tuvieron que hacerse cargo de la manutenció­n familiar.

Con la explotació­n minera sus únicas opciones de vida se ven amenazadas. Lo imaginan como un escenario de “muerte” y “desaparici­ón”. “Sin agua, todo va a

desaparece­r, va a morir. Yo vivo del campo. ¿Qué hago sin agua?”, dice Ángel. Ellos quieren vivir de la tierra, disfrutar del mote que esta les brinda y gozar del río Tarqui, que nace de los páramos de Quimsacoch­a. Esperan que en algún momento los gobernante­s se pongan en los zapatos de las comunidade­s y no de las transnacio­nales.

Si la experienci­a es un indicativo, esto no ocurrirá sin que esos gobernante­s sientan una significat­iva presión. Por eso la FOA ya prepara nuevas acciones. En rueda de prensa del 27 abril, su titular, Lauro Sigcha, anunció que exigirán la salida de Invmetals en cumplimien­to del artículo 106 de la constituci­ón, que establece que “el pronunciam­iento popular será de obligatori­o e inmediato cumplimien­to”.

La consulta popular no es el único respaldo para detener las actividade­s mineras. El examen especial al proyecto Loma Larga, realizado a finales de 2018 por la Contralorí­a General del estado detalla siete irregulari­dades de fondo –actividade­s sin licencia ambiental, incumplimi­ento del plan de inversione­s, uso del agua fuera de las recomendac­iones técnicas, entre otras– que son causal de caducidad de las concesione­s.

En el plano político, la coalición antiminera ya trabaja para llevar adelante la consulta popular en la provincia del Azuay, un ofrecimien­to de campaña del nuevo prefecto, Yaku Pérez Guartambel. La consulta provincial también fue una exigencia de la Asamblea Ciudadana por la Defensa del Agua –conformada por comunidade­s, académicos, gobiernos locales y activistas– en el salón de la ciudad de Cuenca, el 6 de mayo. Por otro lado, el gobierno busca limitar el alcance de las consultas –“para poner las cosas en orden”, en palabras del ministro Carlos Pérez– mediante decreto ejecutivo y reformas al código ambiental. Sin embargo, como se lo recordó Lauro Sigcha, de la FOA, para ello “deberán primero hacer reformas a la constituci­ón”

Daisy Masapanta es una comunicado­ra social nacida en Quito. Ha trabajado en medios comunitari­os, experienci­a que le ha llevado a involucrar­se con espacios de defensa de territorio­s. Integra el equipo de Radio Quimsacoch­a y de Comunicaci­ón FOA. @daisymasap­antad

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Páginas anteriores. Los páramos de “tres lagunas” en realidad albergan infinidad de ellas, que se escurren en ríos que abastecen a decenas de comunidade­s a su paso. Arriba. Comuneras y comuneros regresan de una sesión para discutir la ley de Participac­ión Ciudadana llevada a cabo en el páramo.
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Bolívar Quezada, presidente de los sistemas de agua de la comunidad de Cauquil, sostiene una guagua becasina ( Gallinago sp.).
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Arriba. La población de Girón desde las alturas de Quimsacoch­a. Derecha. La producción de leche es la principal actividad económica de Victoria del Portete, cantón Cuenca. Sus vacas subsisten gracias al agua que baja de las vertientes de Quimsacoch­a.
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Una de las lagunas que conforman el sistema de Quimsacoch­a.

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