Correo
El artículo sobre la fauna representada en la arqueología escrito por María Fernanda Mejía ( ETI 115) es una invitación a sumergirse en la valoración cultural de lo que hoy explicamos como las relaciones que mantenían las sociedades ancestrales con la fauna, y es una invitación a abrir nuestro entendimiento a aspectos que van más allá de la belleza estética de los animales y de los mundos que concebimos como separados entre sociedad y naturaleza. En el texto se mencionan algunas de las formas en que las culturas ancestrales expresaban el hecho de hacer parte de una experiencia en lo natural (lo que el antropólogo francés Philippe Descola describió desde las ontologías de la naturaleza). ¿Las águilas arpías encarnan fuerzas y temperamentos que nosotros también tenemos? ¿Una misma alma es la que ocupa nuestro cuerpo y el del jaguar? ¡Tal vez los animales son entidades más grandes, fuertes y complejas que rigen nuestras vidas simples y pequeñas!
Las representaciones arqueológicas que muestran las fotografías de primerísima calidad que acompañan al artículo son descripciones fieles de la anatomía e historia natural de algunas especies nativas de la región, pero también de esas otras dimensiones incorporadas en las sociedades precolombinas y autóctonas contemporáneas. Este es un tema de profundo interés. Mirar hacia estas representaciones nos puede dar señales renovadas de cómo relacionarnos con la vida silvestre o... cómo ser parte de ella.
Tuve la dicha de visitar la exposición en el museo Casa del Alabado, a la que hace referencia el artículo, y terminé embelesado por la sutileza de los detalles y la estética profunda de cada una de las piezas. Y, sobre todo, me maravilló la interpretación en torno a ellas y la forma en que se gatilla la curiosidad a partir de esa experiencia. Sugiero que este tema continúe profundizándose en futuras ediciones de la revista. Martín Bustamante
Director, Fundación Zoológica del Ecuador Guayllabamba