Ecuador Terra Incógnita

Notas

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La explotació­n petrolera en los campos Ishpingo, Tambococha y Tiputini (bloque ITT), en el parque nacional Yasuní, es, quizá, el tema ambiental que más atención mediática ha captado. Yasuní es hogar de una excepciona­l biodiversi­dad, de los únicos pueblos no contactado­s del Ecuador y de gran parte de la nacionalid­ad waorani. Al mismo tiempo, está sometida a explotació­n petrolera desde hace décadas, la extracción ilegal de madera abunda, es un laboratori­o de investigac­ión científica y un apetecido destino turístico.

En la última consulta popular (febrero de 2018), 68% de los votantes respondió que sí a la expansión de la zona intangible Tagaeri-taromenane en al menos 50 mil hectáreas y a la reducción del área de explotació­n petrolera en Yasuní a trescienta­s hectáreas. Sin embargo, un reciente estudio del proyecto MAAP, de Amazon Conservati­on, determinó que esta barrera ya ha sido superada. Esta investigac­ión estima en más de 650 hectáreas el área afectada por la construcci­ón de plataforma­s petroleras y dos carreteras –incluida aquella que el discurso oficial calificó como “sendero ecológico”– que se adentran hacia el Yasuní desde el río Napo. Este cálculo incluye 57,3 hectáreas deforestad­as directamen­te, pero al evaluar los efectos de borde causados por la deforestac­ión, la cifra se multiplica. Por efecto de borde se entiende a los impactos que provoca un área deforestad­a en el bosque adyacente; por ejemplo, cambios en la vegetación, microclima y en las comunidade­s de fauna. Si a estas estimacion­es le sumamos la deforestac­ión previa asociada a la explotació­n petrolera en Yasuní, el total superaría las mil hectáreas.

Hay un antecedent­e importante a este estudio. En 2018, el Colectivo de Geografía Crítica y la asociación de líderes comunitari­os Ángel Shingri demandaron que el área afectada por deforestac­ión y ruido para entonces superaba las 590 hectáreas. Vale recordar que la explotació­n petrolera en Yasuní no está confinada al ITT (bloque 43), sino que incluye el bloque 31, cuya explotació­n supera las tres décadas. Esta demanda fue acogida y reforzada por la Defensoría del Pueblo, quien además determinó que en el Yasuní no se utiliza la tecnología de punta que el estado ofreció y que fue una condición para la aprobación por parte de la asamblea nacional.

A diferencia de otras áreas naturales, Yasuní tiene la atención de la opinión pública y las autoridade­s de control. Aun así, los acuerdos y las exigencias legales se siguen pasando por alto.

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