LA EXPERIENCIA DE UN GALAPAGUEÑO
Desde niño sentí pasión por la naturaleza y en particular por los reptiles, pero decidí dedicarme a estudiarlos gracias a una profesora. No una mía, sino de unos niños de siete años a los que les explicaba: “los reptiles son animales que se arrastran, como por ejemplo los gusanos”. Comprendí, entonces, que era necesario generar información acerca de los reptiles del archipiélago y difundirla.
Con esto en mente, a mis casi dieciocho años me vinculé como voluntario en la Estación Científica Charles Darwin, donde tuve la oportunidad de trabajar en los centros de reproducción y crianza en cautiverio de iguanas terrestres y de tortugas gigantes. Este fue el inicio de una larga carrera vinculada a la investigación y conservación de la naturaleza galapagueña en general, pero admito que con una evidente inclinación hacia los reptiles.
Cuando estuve a cargo de elaborar la agenda de investigación del parque nacional, el gran obstáculo siempre fue la falta de financiamiento. Así pues, establecí proyectos de colaboración con diferentes grupos internacionales de investigación, liderados por especialistas en el estudio de los reptiles. Logramos varias cosas interesantes. Por ejemplo, en 2009 describimos una inesperada nueva especie de iguana terrestre, la hoy famosa iguana rosada ( Conolophus marthae), que habita solo en el flanco nororiental del volcán Wolf. O en 2015, cuando describimos la décimocuarta especie de tortuga gigante, la del este de Santa Cruz ( Chelonoidis donfaustoi). Esta especie fue nombrada en honor a don Fausto Llerena, un guardaparque que dedicó más de cuarenta años a la conservación de tortugas. Otro éxito, también en el volcán Wolf, fue la identificación de tortugas híbridas con genes de dos especies extintas de las islas Pinta y Floreana. Esto permitió, a partir de 2015, iniciar un programa de reproducción y crianza en cautiverio para, a partir de estos híbridos, recuperar las poblaciones extintas.
Existen muchos y significativos avances en la investigación herpetológica en Galápagos, pero aún existen grandes vacíos de conocimiento, particularmente en culebras, lagartijas y salamanquesas. Hoy más que nunca, estoy convencido de que se requiere más investigación y, sobre todo, más investigadores apasionados por estos animales, muchas veces incomprendidos y hasta repudiados, aunque en realidad magníficos.