Carta del editor
No podemos volver a lo mismo. Aunque hablar de una nueva “normalidad” evoque algunos hitos conocidos que nos tranquilicen, en realidad, el énfasis debería estar en lo de “nueva”. Requerimos modificar de raíz lo que veníamos haciendo, no solo porque el mundo ha cambiado, sino también porque lo que había era inadecuado sin remedio. La normalidad era el problema, como advierte un incisivo grafiti. Ahora bien, así como los ajustes pueden replantear los caminos sin salida, también está la tentación de profundizar en ellos.
Así, hay voces miopes que piden suspender las regulaciones ambientales y profundizar el extractivismo para facilitar la reactivación económica, y la flexibilización laboral que se promueve amenaza con –otra vez– cargar el rigor de la crisis en quienes menos tienen. Estos dos pilares fraguados con arena de playa –explotación de la naturaleza y de las personas– han sostenido nuestro modelo agroexportador. Juan Freile nos trae un reporte de las condiciones laborales de los cultivos de palmito en el noroccidente de Pichincha, desarrollados a expensas de bosques de inaudita diversidad. Es una instantánea que clama por la revisión de una política agraria que busca la competitividad subsidiada por los campesinos y la naturaleza.
Revisar asentadas rutinas; a eso se han visto empujadas cientos de miles de personas por la crisis. El colectivo de fotografía DINA siguió a algunas que, en las inmediaciones de Cuenca, han adoptado el trueque como solución. El resultado es un inspirador relato de las nuevas tramas socioeconómicas que se están configurando, ojalá que más solidarias, sostenibles y resilientes.
Hay cambios inexorables ante los que solo cabe la resignación y el ajuste. Es el caso de la desaparición de los glaciares de nuestras montañas. Robert Hofstede las ha visitado por décadas, y nos advierte que una de ellas –el Carihuairazo– pronto perderá el último pedacito de hielo que todavía le queda. Su artículo es un homenaje al volcán y una invitación a que le prestemos atención. A su salud y a la de ustedes, queridos lectores, empinamos esta edición.