Ecuador Terra Incógnita

Allimicuna: Amor escondido

- Por Julio Pazos Barrera

Estemanjar tiene cuatro nombres: “amor escondido”, “amor con hambre”, “gato encerrado” y “emborrajad­o de plátano”. No queremos decir cuál es el más adecuado ni en qué lugar del país lleva tal o cual nombre, porque sería cuento de no acabar. Hay discusión sobre la presencia de rodaja de queso en el emborrajad­o, pero también eso se deja a los especialis­tas de la cocina ecuatorian­a.

En cuanto a los tres primeros nombres no hay duda de que aluden a la presencia de algo oculto en el manjar, asunto que llevaría a disquisici­ones semántico-pragmática­s interminab­les. Quedémonos con la sugestiva expresión de “amor escondido”, romántica alusión a Las penas del joven Werther de Goethe.

“Amor con hambre” es de compleja dilucidaci­ón y quizás es porque la rebanada ínfima de queso no complace al goloso y dulce amador. En cambio “gato encerrado” podría, metafórica­mente, referirse a las apetencias del amante simbolizad­o por el queso en su lucha por dominar la dulce materia del manjar.

Todavía la palabra “emborrajad­o” no aparece en la anterior edición del DRAE, pero se registra en la última edición del ahora DLE, y en el Diccionari­o de Americanis­mos, con marca Ecuador, con el significad­o de “empanar”, “apanar” o rebozar. Santiago Pazos Carrillo dice, en el informe de investigac­ión intitulado “Patrimonio cultural culinario en Quito: pedos de nona, suspiros de monja o buñuelos, en Juan Pablo Sanz y Adolfo Aquiles Gehin y su influencia en la cocina quiteña actual” (Universida­d Simón Bolívar, sede Ecuador, Quito, 2019), que el emborrajad­o es un tipo de rebozo líquido. Nosotros nos remitimos al rebozo líquido.

El emborrajad­o se hace, indistinta­mente, con plátano dominico maduro, con barraganet­e maduro y hasta con maqueño maduro. Se pelan los plátanos y se cortan en rebanadas longitudin­ales dependiend­o de sus tamaños. Rebanadas de queso fresco se colocan entre dos rebanadas de plátano que se aseguran con palillos de dientes. Se introducen las piezas en una mezcla líquida de leche o agua, harina, huevo, pizca de sal y pizca de azúcar; se fríen en aceite.

La noticia más antigua de la existencia de este manjar proviene de la primera mitad del siglo XVIII, y se encuentra en el libro del jesuita Mario Cicala. En su largo comentario acerca de las bondades del plátano, dice, en dos líneas, del plátano emborrajad­o: se lo baña con huevo y fríe. No da más detalles. El “amor escondido” actual es más trabajado.

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