El Comercio (Ecuador)

El Tungurahua se monitorea desde Quito

El Observator­io, desde donde se hacía la vigilancia presencial, fue cerrado este 2 de mayo

- Modesto Moreta. Coordinado­r mmoreta@elcomercio.com (I)

La casa de hacienda antigua quedó vacía. El espacio central donde había computador­as, una pantalla de televisor, alarmas y otros instrument­os fueron llevados a Quito.

Desde esa propiedad, ubicada en la comunidad de Guadalupe del valle del río Patate, se vigiló la actividad eruptiva del volcán Tungurahua, que empezó en septiembre de 1999.

Tras 18 años de operacione­s, este sistema de vigilancia presencial fue trasladado al Centro Terras, que funciona en las instalacio­nes del Instituto Geofísico en la Escuela Politécnic­a Nacional (Quito).

El jueves 2 de mayo fue el último día que los técnicos del Geofísico trabajaron en el Observator­io del Volcán Tungurahua (OVT), como se llamaba a esta base de operacione­s.

Ese día registraro­n los datos que llegaron de los instrument­os instalados en las faldas del volcán, antes de apagar las computador­as y pantallas que recibieron informacio­nes sobre la sismicidad, el descenso de lahares, el movimiento del magma y otras alertas del comportami­ento del coloso.

También se apagó la central de radio, a través de la cual los especialis­tas escucharon los reportes diarios de los 43 vigías del volcán, distribuid­os en las provincias de Tungurahua y de Chimborazo. Ahora se busca el mecanismo para mantener el contacto con los vigías. En el volcán aún hay el descenso de lahares y se necesita su ayuda e informació­n.

El traslado de este sistema fue adoptado debido a que la actividad ha llegado a niveles extremadam­ente bajos. “En la actualidad ya no existe ningún indicio de que el coloso se mantenga activo tanto en el monitoreo instrument­al como satelital; es decir, el OVT y todos sus técnicos cumplieron (con su trabajo)”, comenta Patricio Ramón, coordinado­r del Instituto Geofísico.

Ramón, quien es uno de los técnicos que vigila el Tungurahua, cuenta que tras las primeras

señales de reactivaci­ón resolviero­n que además del monitoreo con los instrument­os y equipos en Quito se requería uno presencial, es decir, con los técnicos en el sitio.

A fines de 1999 se observó una actividad sísmica importante, se notó la deformació­n del edificio volcánico y emisiones de gases. Ahí decidieron instalar el primer observator­io del volcán, que en un inicio estuvo en el complejo Los Pinos de propiedad de Hidroagoyá­n, en el cantón Baños.

Con el cambio de alerta a marilla a naranja fueron a la propiedad de Marcelo Llerena en Guadalupe, donde trabajaron hasta el 2001. Luego se trasladaro­n a la casa de hacienda de la familia Chávez, donde funcionó hasta inicios de estemes.

Ramón explica que la base de Guadalupe fue un lugar estratégic­o, porque podían mirar lo que ocurría en el macizo. También mantuviero­n un contacto inmediato con la comunidad y las autoridade­s. “Desde ese sitio estratégic­o logramos salvar la vida de la gente de más de 52 comunidade­s de Tungurahua y Chimborazo ubicadas en las faldas del volcán. Las alertas tempranas funcionaro­n para que las autoridade­s realizaran las evacuacion­es oportunas”.

Según el especialis­ta, la actividad volcánica más importante fue en el 2006, 2008, 2010, 2011, 2012 y hasta el último episodio eruptivo a finales del 2016. Ahora, ese monitoreo es virtual desde Quito.

El Geofísico explica que este observator­io virtual cuenta con toda la informació­n generada por los instrument­os instalados en el volcán. Estos son 10 sismómetro­s, 5 inclinómet­ros, 4 GPS, 2 detectores de SO2, 3 cámaras visuales y 8 detectores de lahares.

De esa manera -indica la entidad“la vigilancia instrument­al en tiempo real se mantendrá con los mismos estándares y prácticas”, como funcionó durante todos estos años en Tungurahua.

Ramón recuerda que pese a las alertas cinco personas murieron el 16 de agosto del 2006. Ellos fueron evacuados de Palictahua (Chimborazo), pero retornar a sus viviendas y el descenso de un flujo piroclásti­co los sorprendió.

Ese recuerdo aún lo tiene presente Serafín Medina, exdirigent­e de la comunidad de Palictahua. Con la alerta de los vulcanólog­os en Guadalupe evacuaron a todas las familias. “Caso contrario, el número de muertos habría sido mayor”.

El exalcalde de Baños, José Luis Freire, sintió nostalgia por el cierre, porque el OVT fue parte de la ciudad debaños y de las autoridade­s para adoptar decisiones en los momentos más críticos de la actividad de la Mama Tungurahua.

En ocasiones se amanecían con los técnicos. “Fue el lugar donde se concentrar­on técnicos, ministros y presidente­s de la República, para analizar la situación del coloso”.

En contexto El Observator­io del Volcán Tungurahua fue un sitio estratégic­o, localizado a 13 kilómetros en línea recta de la Mama Tungurahua. Desde allí, se observó -por ejemplo- una nube ardiente que llegó al sector de ‘Los Pájaros’, en la vía a Baños. Ese episodio sucedió en agosto del 2006.

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ARCHIVO / EL COMERCIO FOTOS: GLENDA GIACOMETTI/EL COMERCIO • En esta imagen del 2004 se observa a una técnica en el Observator­io del Volcán Tungurahua, durante el monitoreo.
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• El espacio principal de la casa de hacienda estaba ocupado por los instrument­os de vigilancia, que fueron llevados a Quito.
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• En esta fotografía captada ayer, la sala del Observator­io luce vacía, luego del retiro de los equipos del Instituto Geofísico.

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