Ciudades seguras, obligación de todos
Resulta ineludible para los ecuatorianos que vivimos en un país altamente sísmico. El riesgo existe y es latente para cada edificación. Se hace, por lo tanto, cada vez más importante la participación coordinada de profesionales de la arquitectura e ingeniería de estructuras en la construcción de las ciudades para tratar de mitigar lo más posible los efectos de un sismo que pueden ser devastadores. Los profesionales nos preparamos cada día con mayor convicción, dada la gran responsabilidad que asumimos en cada proyecto. La cooperación y participación conjunta entre los arquitectos -creadores de los diseños, realizadores de un planteamiento coherente con la capacidad de resistir los sismos- y los ingenieros estructurales -que los llevarán a la realidad, con una estructura de soporte capaz de cumplir los objetivos planteados-, da como resultado que los propietarios se sientan seguros y confiados. Los propietarios también son responsables, puesto que, al comprar bienes seguros protegen su vida y la de su familia, su patrimonio personal y el patrimonio de la ciudad. Cuando iniciamos un proyecto debemos pensar en estos aspectos, pues tenemos en nuestras manos el bienestar de tantas personas y el bien económico, que seguramente tomó toda una vida generar y no podemos permitir que se destruya en los segundos que dura un terremoto. Si bien es cierto que Quito no ha sufrido un sismo severo en su historia de recordación última, no es menos cierto que tenemos fuentes cercanas de sismos probables, en forma de la llamada Falla de Quito, así como en fuentes más alejadas como la Falla de Subducción, en la Costa. Los profesionales hacemos nuestra parte, los constructores la suya, los propietarios tienen que esforzarse por cumplir la suya y, entonces, viviremos en una ciudad más segura.