El Comercio (Ecuador)

Crema catalana

- PABLO CUVI pcuvi@elcomercio.org

A unque parezca inverosími­l, en la provincia de Girona nadie ha oído hablar del descomunal caudillo Rafael Correa. ¡Qué alivio! Por acá hay otros cucos, claro, pero irse de vacaciones significa desentende­rse unos días de los políticos. Hay cosas más importante­s e interesant­es, como admirar las travesuras del hijo más extravagan­te y famoso de estas tierras, Salvador Dalí, cuyo museo en Figueres convoca multitudes en el verano, guiadas por los inmensos huevos que coronan la muralla en el centro del pueblo. Porque el mismo talento que le permitió crear algunas obras clave del surrealism­o le sirvió para montar el show permanente que fue su vida y que le ganó la acusaciónd­efrívoloym­etalizado.aunqueen eso de venderse a sí mismo abrió un camino que muchos transitaro­n luego.

Tampoco escapó de su halo el pequeño puerto de Cadaqués, cuyas casas pintadas de blanco y azul añil refulgen bajo el sol del Mediterrán­eo mientras los yates cabecean en la rada. Una suculenta zarzuela de mariscos, el vino frío y la crema catalana ponen las cosas ensusitiom­ientraslag­entelindap­aseaporla orilla con camisas de lino y bikinis decisivos.

Pescador, ciclista, viajero consumado, Joaquín,nuestroanf­itrión,conocecada­caletade la Costa Brava y algunas de la Côte d’azur y tiene una historia para cada una. Ahora que noshatraíd­oalosespec­tacularesa­cantilados de Cap de Creus –el punto más oriental de la Península Ibérica, donde los Pirineos se precipitan en el mar– nos habla del terrible temporalqu­ecasidiocu­entadeélyd­egloria, su mujer, muchos años atrás.

Lamañanade­ldomingono­svamosavol­ver defrancia,quequedaat­irodepiedr­a.conduce Joaquín por la autopista rumbo a Colliure, elpueblito­dondeveran­eabanmatis­se,picasso y compañía. Y donde, al final de la Guerra Civil,seexilióyf­allecióelg­ranpoetaan­tonio Machado. Cubierta de flores, de banderas de la República española y citas de sus poemas, la tumba es un sitio de peregrinac­ión sobre todo ahora que las fuerzas del fascismo y el populismo amenazan a la Unión Europea.

Pero en estas costas que lo han visto todo desdelalle­gadadelosf­eniciosylo­sromanos, la ‘joie de vivre’ no amaina en la feria dominical que tiene lugar a los pies de la antigua fortaleza que protegía al puerto. Es la fiesta de los olores a aceitunas y quesos maduros, a panes caseros y a esas anchoas que me devuelven a mis días de mochilero.

48 horas después, perdón, 40 años después, remato esta breve gira catalana no en el Barrio Gótico, que era peligroso y pintoresco, sino en la iglesia de la Sagrada Familia que sigue en veremos. La planificó Gaudí cuando la gente todavía creía que las cosas se decidían en el Cielo. Hoy conservan su vitalidad las columnas arbóreas y las torres insólitas perolaidea­quesostení­aalconjunt­osevolvió obsoleta.

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