El Comercio (Ecuador)

Lenín Moreno y su amigómetro

- Marco arauz ortega marauz@elcomercio.com

L a absolución de la excancille­r María Fernanda Espinosa en el juicio político sustanciad­o en la Asamblea desnudó sin ambages el pecado original del gobierno de Lenín Moreno. Entre esos dos mundos que se chocan y se juntan hay personajes bisagra, y uno de ellos es Espinosa. Su conocimien­to desde adentro, y no solo sobre el vergonzoso proceso de nacionaliz­ación de Julian Assange, es su salvocondu­cto para caminar con los ojos cerrados por el laberinto.

Además, ella goza de otro privilegio que ha resultado tanto o más poderoso en este que en otros gobiernos a la hora de la verdad: es amiga, es persona de confianza. Moreno ha tomado o ha dejado de tomar muchas decisiones importante­s en función de su amigómetro. Viejos conocidos, hijos de amigos, amigos de amigos, son mayoría abrumadora.

Pero esta fotografía del juicio político coincide con un momento de notable debilidad política del Gobierno. Y lo que durante dos años podía pasar como una anécdota -el deseo expreso de no hacer mayoría en la Asamblea-enestemome­ntosevuelv­ecrítico,frente a una agenda de reformas urgentes. Hay independen­cia de funciones, sí, pero quien maneja la relación con la Legislatur­a debiera exhibir unos resultados menos pobres.

Y si bien era poco lo que se podía hacer frente al error inicial de haber mantenido vigente un Consejo de Participac­ión Ciudadanaq­uehoyamena­zaconechar­portierral­o logrado en materia de re institucio­naliza ción sin necesidad de ir a una Constituye­nte, en ese plano también la gestión deja que desear.

Para completar el panorama de debilidad política, hay que decir con claridad que, con todo lo buena que resulta la invitación al diálogo y a los acuerdos mínimos, lo que se ve hasta ahora es la instalació­n de mesas sin mayor contenido, orden ni profundida­d, lo cual pudiera terminar -nada será más grato que estar equivocado- en una gran decepción.

Tanto en el frente político como en el de seguridad -lo que ocurre en el sistema carcelario es pavoroso- el panorama es desalentad­or. No alcanza con lanzar teorías de la conspiraci­ón ni ponerse de víctimas. Hay que dar resultados frente a los mandantes.

Puede ser enriqueced­or contar con opiniones distintas dentro de un gobierno, pero igual que cuando se trata de cruzar el río, de subir una montaña, de ganar un torneo, es casi obsceno, políticame­nte hablando, tener en el equipo de confianza frentes con intereses propios que van más allá de una transición política, y sobre todo económica, eficiente.

Si sus encargados siguen en sus devaneos, la política real empezará a resolver se ya no en el ejecutivo y el legislativ­o sino en el consejo de Participac­ión Ciudadana yen la Corte Constituci­onal. Pírrico triunfo de quienes creyeron que todo era soplar y hacer botellas frente a un presidente que se mueve más por la filiación que por los resultados.

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