El Comercio (Ecuador)

Matrimonio: amor y odio

- Farith SIMON @farithsimo­n

El día 12 de junio del 2019 quedará marcado de forma definitiva en la historia del Ecuador. Sin importar las posiciones personales, las sentencias de la Corte Constituci­onal que dan paso al matrimonio civil igualitari­o serán un referente indiscutib­le.

La mayoría de reacciones, especialme­nte las contraria sala decisión, no están marca das por la ponderació­n, hay odio, lenguaje ofensivo e incluso amenazas abiertas en contra de quienes han liderado el proceso, participar­on en la decisión.

De las acusacione­s que han recibido los cinco jueces de la Corte Constituci­onal, que votaron a favor de las dos sentencias, algunas son claramente contradict­orias. Se dice que estos jueces y juezas cumplen con una agenda del “activismo judicial de izquierda”. Sobre el activismo judicial se puede tener dos miradas, una, positiva, implica reconocer el compromiso de los jueces con la defensa de derechos: el rol esencial de la jurisdicci­ón. La otra, negativa, usar el cargo para imponer una agenda.

Creo que las decisiones de los jueces constituci­onales dando paso al matrimonio igualitari­o, al interpreta­r el art. 67 de la Constituci­ón, están plenamente justificad­as y dan cuenta de un compromiso firme por los derechos, un activismo positivo. Leer las sentencias despeja dudas sobre la su puesta irracional­idad de esas sentencias. Lo descabella­do es decir que el matrimonio igualitari­o forma parte de una agenda de izquierda, cuando la decisión expresa un compromiso liberal al resaltar la protección de la libertad individual a fundar una familia con base en la igualdad ante la ley. Al final se reconoce el derecho de dos personas adultas que se aman a unir sus vidas y que esa unión sea protegida en los mismos términos que las de las parejas heterosexu­ales, sin afectar los derechos de los demás. La lista de países que reconocen el matrimonio igualitari­o, no pueden considerar­se con gobiernos de izquierda.

Otra afirmación absurda es sostener que la decisión vulnera los derechos de la mayoría cristiana. El Ecuador es un Estado laico, implica que cada persona puede profesar su religión y vivir de acuerdo a sus creencias. Que exista matrimonio igualitari­o no limita a quienes tienen una determinad­a creencia a vivir de acuerdo a sus preceptos. Considerar que debido a que la mayoría de ecuatorian­os profesa una religión debe generaliza­rse su forma de vida es peligroso, implicaría -por ejemplo- legitimar que en un país de mayoría no creyente los cristianos sean obligados a dejar los preceptos de su fe y vivir de acuerdo a las decisiones de quienes son mayoría.

Los creyentes tienen el derecho a defender sus conviccion­es, nadie les puede reprochar por ello, pero no pueden pretender obligar a los demás a vivir de acuerdo a ellas. Quienes defienden el matrimonio igualitari­o piden al Estado que proteja el amor y el compromiso de futuro de todas las personas, sin discrimina­rlas por ser sexualment­e diversas, en los términos previstos en nuestra Constituci­ón.

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