Fiesta sin reina ni feria taurina
D iversos comentarios ha motivado la decisión del Municipio Metropolitano de suspender la elección de Reina de Quito, uno de los actos principales del programa conmemorativo de la fundación española de la ciudad.
Más aún, el alcalde Jorge Yunda dio a conocer que tampoco se autorizará que alguna institución asuma dicho evento. Esto en respuesta al anuncio de la Fundación Reina de Quito de que podría organizar la elección bajootrosparámetrosyconfinanciamiento de la empresa privada.
Hay quienes están de acuerdo y apoyan el criterio de Liliana Yunda, presidenta del Patronato Municipal San José y hermana del Alcalde, de que el objetivo de esta medida es “darles valor a nuestras brillantes quiteñas, tomando en cuenta su inteligencia y capacidad en otros campos” y con un comunicado municipal de que “se trabaja para generar una cultura de inclusión y respeto a la diversidad, con el objetivo de proyectar a Quito como ciudad de igualdad, que reconozca los distintos tipos de belleza”. Inclusive hay quienes consideran que la elección de reina es una expresión de machismo.
En cambio, quienes discrepan con esas opiniones destacan que este evento tiene como propósito exaltar el civismo, la inteligencia, la espiritualidad, la capacidad de trabajo, etc. de la mujer quiteña, además de su belleza, como han demostrado las reinas anteriores, a título personal y como integrantes de la Fundación, con su abnegada labor social en beneficio de los niños, ancianos, personas con discapacidades, etc.
Laeleccióndereinadequitotienecomo antecedenteladesignaciónqueefectuaban las ligas barriales y la Unión de Quiteños, que en 1960 coronó por primera vez a Pepa Sánchez Acosta.
En 1966 la Cámara Junior y Ceturis, por encargó del Comité de Fiestas de Quito, que ya se había conformado para entonces, organizaron la elección de la primera Reina de la Ciudad. La ungida fue Elena Cárdenas. En actualidad ostenta esa dignidad Daniela del Carmen Almeida.
Paulatinamentesehansuprimidoya,por diversas causas, varios eventos que daban colorido y, en muchos casos, participación masiva en las festividades.
Es evidente que incidió en esa baja del fervor colectivo la eliminación de la feria taurina, en Quito, así como de las mingas barriales para el adecentamiento de sus respectivas calles y plazas, el “minuto cívico”, etc. que se concibieron gracias a la iniciativa del vespertino Ultimas Noticias, que dio un giro positivo a la fiesta quiteña en 1959 y que tuvo su apogeo a partir de la década de 1970.
Es necesario que las autoridades analicen, sin apasionamiento, cual de las dos alternativas es conveniente para la ciudad, para la celebración del suceso histórico que se conmemora y para el tratamiento digno que merece la mujer quiteña y que se incluyan en el programa eventos que eleven el espíritu cívico y el autoestima.