¿Qué es menos recesivo?
E n política económica es común encontrarse con dilemas. Hay disyuntivas y la autoridad económica debe decidir el camino más idóneo y menos costoso, en especial en lo social aunque también en lo político. Esto ocurre porque la economía administra recursos escasos.
El programa vigente con el FMI establece varias metas, una de ellas es reducir el déficit fiscal del 5.3% del PIB el 2019 al 0.3% del PIB el 2021. En realidad se trata del desbalance fiscal primario no petrolero incluyendo los subsidios, lo que hace de la meta más “limpia”, es decir, concentra la mejora fiscal en la pura reducción de gastos sin considerar el pago de intereses de la deuda pública o en el aumento de ingresos, sobre todo, tributarios. Esa meta implica 5 puntos del PIB, aproximadamente USD 5.500 millones. Ante ello, se pueden advertir 3 grandes alternativas: aumento de ingresos tributarios, reducción de gastos o alguna combinación de ambas opciones. Dado el estancamiento económico, la pregunta es cuál decisión implica el menor costorecesivo.sihayaumentodeimpuestos, sin duda habrá una profundización de la crisis de actividad productiva. Una reducción de gastos tampoco está exenta de problemas, pues la menor liquidez también tiene impactosnegativosenlaactividadeconómica,pues despedir personal conllevará menos consumidores y más desempleo y, menor gasto de inversión, significará también menor capacidad de crecimiento. Reducir de algunos subsidios puede dar más ingresos al Estado pero le merma liquidez a la actividad económica y tiene también secuelas políticas. ¿Qué hacer?
Algunos opinarán en una secuencia distinta, primero reactivar la economía para por esa vía aumentar las recaudaciones, pues las empresas podrán vender más y contribuir con más impuestos, no porque las tasas tributarias aumenten sino porque las ventas mejoran. Esta alternativa, más de corte keynesiano, desconoce el rezago y el impacto de esperar la recuperación económica, pues mientras ocurre atender los compromisos fiscalesdemandaríamásendeudamientoexterno debilitando con ello las cuentas externas. Además, en esa opción crecería el riesgo país con lo que el financiamiento público y privado sería más oneroso. Descartado.
Lo más sano es una combinación balanceada de medidas, pues debe irse reduciendo el ISD y gradualmente los aranceles por ser necesario para atraer inversión y generar crecimiento, la reducción del gasto corriente es inaplazable para la sostenibilidad fiscal y eliminar subsidios en derivados de combustibles, compensando a sectores para evitar impactos sociales, es otra prioridad. Los derivados de combustibles se demandan así crezcan los precios, por lo que tienen menor impacto recesivo. El peor de los mundos, romper el acuerdo hoy y no hacer nada. Es la resaca de 11 años de desorden económico.