LA JUSTICIA INDÍGENA
En mis años de ejercicio profesional, la administración de justicia me ha hecho pasar por muchas decepciones, pero no he visto nada como la mal llamada “justicia indígena”, cuya última actuación recogieron todos los medios de comunicación.
La única palabra que se me ocurre para esta arcaica institución seudo jurídica es vergüenza, es inadmisible que en tiempos donde el país exige modernización, se admita como forma de sanción el castigo corporal y la humillación pública, con el pretexto de su dizque carácter ancestral.
Para qué entonces sirve la Fiscalía de Autos Indígenas pregunto yo, si permite dar golpes y “ortigazos” a supuestos infractores como en los tiempos del burro y la carreta. Para qué entonces el país gasta tanto en sueldos de empleados, capacitación, sistemas informáticos, papelería y la construcción de sedes judiciales, si al final todo se podría arreglar a punta de correazos.
La Fiscalía debe actuar, pero pidiendo severas sanciones contra estas minorías que denigran el sistema que nos somete a todos bajo un esquema igualitario. Si queremos una verdadera función judicial, se debe comenzar haciendo respetar su intervención bajo los estándares de garantismo y protección de derechos humanos. El delincuente tiene que terminar en la cárcel sentenciado por un juez y no flagelado en paños menores. Carlos Cortaza Vinueza