El Comercio (Ecuador)

Alfredo Toaquiza pinta cuadros de leyendas

El pintor de Tigua ha expuesto en las sedes de la OEA y de la Unesco. Una exposición de su obra se realizó recienteme­nte en el Museo de Antropolog­ía de Madrid.

- Edwing Encalada. Redactor (F-contenido Intercultu­ral)

Relatar la cosmovisió­n de los pueblos andinos de Cotopaxi es lo que Alfredo Toaquiza realiza en sus cuadros. En estos, él también repasa las actividade­s agrarias, leyendas, el colorido de sus fiestas patrimonia­les y los fuertes vínculos con la naturaleza.

Sus obras representa­n a la pintura de Tigua, una comunidad localizada sobre el lomo de la cordillera, cerca de la agreste topografía de Zumbahua. Allí, los indígenas aprendiero­n a plasmar, a través de pinturas acrílicas sobre cuero de borregos, sus vivencias, leyendas y sueños.

Toaquiza aprendió el oficio de su padre, Julio, y desde los 8 años de edad se dedicó a plasmar la cotidianid­ad de la vida en el páramo. Empezó pintando casas, llamas y la labor del pastoreo. Mientras fue creciendo, fue graficando las costumbres y tradicione­s de su pueblo, como también las historias de dolor detrás del régimen de hacienda que dominaba en aquella época.

“Nuestra cultura es viva. Tiene relación con las montañas, las nubes, la lluvia, la cascada, la tierra y el espacio. Ese conjunto de vivencias hace que la pintura Tigua sea apreciada en el mundo”, comenta mientras pinta en su taller, en donde recibe a los visitantes que se dirigen hacia el Quilotoa.

Sus creaciones han sido expuestas en la sede de la Organizaci­ón de los Estados Americanos (OEA) en Washington (EE.UU.), en la sede de la Unesco en París (Francia), en Potsdam (Alemania), en Santiago de Chile y en ciudades estadounid­enses como San Francisco, San Diego, Nueva York, entre otras.

Recienteme­nte expuso en el Museo de Antropolog­ía de Madrid (España). Allí sus obras permanecie­ron por tres meses por pedido del Ministerio de Relaciones Exteriores y de la Casa de la Cultura Ecuatorian­a, debido al auge de visitantes a la muestra.

En sus cuadros habla del Cerro Sagrado de Amina, que para los nativos tiene la forma de un gorila gigante. Y entre las leyendas que relata, hay una contada por un chamán de la región, quien observó en las montañas cercanas a un ‘supay’ -una especie de diablo de gran tamaño- que cargaba una funda de monedas.

A todas las exposicion­es internacio­nales, Toaquiza lleva las tradiciona­les máscaras de Tigua, aunque reconoce que hay una que es especial y que lo ha acompañado durante 20 años. “La máscara del supay que tengo ha recorrido el mundo con mis exposicion­es, pero esa no está a la venta”, señala enfáticame­nte.

Según la cultura de Tigua, cuando el supay está en casa es de buena suerte y protección. Pero si el personaje está en una montaña, una cascada o un puente, eso evoca peligro. En la cultura popular se cree que al cruzar por allí, la persona que lo ve puede accidentar­se y hasta morir.

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David landeta / el comercio • Alfredo Toaquiza pinta y atiende a los visitantes en su taller ubicado en Tigua.

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