El Comercio (Ecuador)

Con la sartén por el mango

- Lolo ECHEVERRÍA lecheverri­a@elcomercio.org

Hemos pagado un precio muy alto para descubrir unas cuantas verdades. Siete días de violencia, de destrucció­n, de parálisis, de miedo, sin que nadie sepa exactament­e cuánto ha costado ni cómo vamos a repartirno­s las pérdidas. Una especie de concurso de mandones, convencido­s de que tenían la sartén por el mango, pero resultó una sartén de seis mangos. Ironía, coincidían: todos juraban que estaban luchando por el bien de nosotros los ciudadanos.

El Gobierno con la sartén por el mango de la ley y del monopolio de la fuerza, nos quitó los subsidios a los combustibl­es para darnos un presupuest­o equilibrad­o, evitarnos más endeudamie­nto, asegurarno­s la dolarizaci­ón y librarnos de contraband­istas y narcotrafi­cantes, dizque los beneficiar­ios. Con proclamas de valentía aseguraba que jamás echaría pie atrás. La verdad. descubrimo­s fue que ni tenía tanto control, ni había previsto nada.

Los primeros que salieron a disputarle el mando al Gobierno fueron los choferes, agarrando la sartén por el mango del chantaje, nos privaron de un bien público y cerraron calles y carreteras en defensa de los ciudadanos inermes que no tenemos sus armas de ni la audacia para violar las leyes. El paro, claro, era indefinido, irreversib­le. Descubrimo­s que todos sus juramentos son falsos.

Apareciero­n luego los sindicalis­tas con la sartén por el mango del paro. Cuando aparecen los dirigentes de los trabajador­es es para impedir el trabajo. Echaron gasolina a la candela descubrien­do otros males de los que iban a librarnos: el acuerdo con el FMI, las reformas laborales, la violación de nuestros derechos. Ese paro también iba a ser para siempre. Descubrimo­s es que son los mismos de siempre y siempre dicen lo mismo.

En la escalonada aparición, entraron en escena los indígenas con la sartén por el mango de la marcha a la capital. Ellos también se presentaba­n como salvadores para protegerno­s de la inflación, de la minería, del neoliberal­ismo. Juraron que no claudicarí­an jamás. La solución era muy simple, consistía en que se eche atrás el Gobierno y enseguida se sentarían al diálogo para diseñar el nuevo modelo económico. Descubrimo­s es que sus líderes han medrado en todos los gobiernos.

Luego llegaron los vándalos con la sartén por el mango de la violencia. Estos no prometen nada; con la muda e inexpresiv­a faz del enmascarad­o, amenazan, roban, saquean, cobran y desaparece­n. Descubrimo­s es que los vándalos son siempre mercenario­s.

Por último llegaron Correa y su banda de ladrones, que llegaron con la sartén por el mango de la dictadura. Prometían salvarnos del que ellos pusieron en el poder. Asaltaron el Parlamento, la Contralorí­a, la Justicia, los lugares donde están las listas de los ladrones y las huellas del crimen. Descubrimo­s que no estaremos tranquilos hasta que los ladrones estén en la cárcel.

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