El Comercio (Ecuador)

Enrique Ponce, un sabio artista y de temple claro

El torero de Chiva ha alcanzado el podio como torero de época

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Hablar del maestro Enrique Ponce y tener a su figura de época en los carteles de cualquier plaza del mundo es un lujo.

Por eso es que su anuncio en Latacunga reviste a su excelentes combinacio­nes de este año de aquella categoría que Ponce otorga a raudales.

Ya Ponce ha toreado y ha triunfado en Latacunga. En la capital del Cotopaxi ha construido una de las más bellas obras de arte de su variada y extensa tauromaqui­a.

Su torería y magisterio le ha valido ser el torero que más veces conquistó el preciado Trofeo Jesús del Gran Poder, cuando Quito era la gran Feria de América.

Enrique Ponce no ha perdido su capacidad de asombro aun cuando la gente lo haya visto como un número uno en los carteles desde hace una treintena de años.

Y ese asombro llega cuando se abre de capa para estirarse a la verónica o quitar con la misma suerte clásica en muchas ocasiones.

En las postrimerí­as del siglo pasado protagoniz­ó una competenci­a con el capote con otro de los grandes maestros. Fue en la Plaza de Las Ventas de Madrid. la gente vio el repertorio y disfrutó como pocas veces con la capa de Joselito y Enrique Ponce en una corrida de Samuel Flores que ya registra la historia de la fiesta. Fue en 1996.

Como Quito, Lima, Bogotá, Cali, Manizales, Medellín o las tantas plazas de México se le han rendido. Y ni se diga la Monumental de Insurgente­s, donde es uno de los toreros preferidos que llegaron de España, como lo fueron antes Manolete, Paco Camino o El Niño de la Capea.

Las tardes de Ponce en el Ecuador son muchas y memorables. Luego del manejo de la capa, terso señorial, la muleta es su arma poderosa.

Rotunda para domeñar a los toros reacios hasta someterlos a su magisterio.

Caricia leve, cuando la dulzura y nobleza de la res se presta para el toreo suave.

Temple acrisolado en ambos casos y una firma que acompaña como singular e irrepetibl­e en cada remate de las series: los pases de pecho y forzados de pitón a rabo.

Con la mano derecha Ponce es solvente pero con la izquierda la cadencia acompaña y le imprime a cada natural un sello de compás.

Si de doblones se trata los de Ponce son imán y domestican el temperamen­to de las reses, las hipnotiza, se diría.

Pero la extensión de los doblos ha proliferad­o en una serie marca de su tauromaqui­a: la poncina. Doblón tras doblón y fino hilván que son, como sus cambios de mano, de finura y largo trazo.

Así, con el libro abierto de su tauromaqui­a pura llega Enrique Ponce una vez más al Ecuador.

Nacido en Chiva, Valencia el 8 de diciembre de 1971. Tomó su alternativ­a en Valencia el 16 de marzo de 1990 con Joselito y Litri en el cartel.

Confirmó en Madrid el 30 de septiembre del mismo año del doctorado con Rafael de Paula y Luis Francisco Esplá.

Enrique Ponce estará en el cartel de Latacunga el 6 de diciembre con toros de Triana y haciendo terna con ‘El Fandi’ y Miguel Ángel Perera.

La maestría, el temple y la elegancia de Ponce serán de nuevo, pócima para aliviar dolores del alma y la patria.

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Enrique Ponce, al natural, bella expresión con un toro bravo que humilla sin parar.
Foto: archivo el comercio • Enrique Ponce, al natural, bella expresión con un toro bravo que humilla sin parar.

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