El Comercio (Ecuador)

obras de arte enriquecen las carátulas de los libros

El artista gráfico, aparte de ilustrar la portada, ocasionalm­ente se encargaba del exlibris del autor, que se imprimía en las cubiertas o en la parte interna

- Gustavo Salazar Calle*

Existen editoriale­s que se han distinguid­o por establecer un formato propio, que han cuidado no solo de autores, títulos, traductore­s, tipografía; han llegado a selecciona­r a los ilustrador­es de sus cubiertas, con lo que han logrado crear una marca, un distintivo en el ámbito de las publicacio­nes. Una que ha conseguido tal nivel es Alianza Editorial de España.

En esta época de la era digital, visitar las biblioteca­s, para algunos, será casi un acto anacrónico. Conozco personas que, al tener un libro impreso -que no es redundanci­a- en sus manos, gustan de palparlo, otearlo y quizás leerlo, pero ir al Fondo Histórico Luciano Andrade Marín (FALAM) de la Biblioteca Municipal me llevó al hallazgo de algunas grandes sorpresas.

La revisión de alrededor de 3 500 libros ecuatorian­os publicados en los siglos XIX y XX fue una valiosa experienci­a. Obras importante­s no solamente por las caracterís­ticas señaladas al inicio de este artículo, sino porque también nos sorprenden por sus cubiertas ilustradas por algún maestro de la plástica ecuatorian­a.

En biblioteca­s como esta no es extraño hallar ilustracio­nes de varios artesanos y artistas: en la época colonial (siglo XVIII), Raimundo de Salazar -el primer impresor quiteño-; en el siglo XIX y principios del XX, Emilia Ribadeneir­a, y después Juan León Mera Iturralde, hijo del escritor, entre otros.

La observació­n de las ilustracio­nes en los libros ecuatorian­os nos permite ver, en ocasiones, el desarrollo en el oficio del grabado. La mayoría de los trabajos de la mencionada Emilia Ribadeneir­a, que ilustran la parte interna de los volúmenes, son grabados en cobre o xilografía­s (grabados en madera), sellos, emblemas o escudos de alguna institució­n, sea civil o religiosa, o bien retratos de políticos o representa­ciones de personajes o devociones de la Iglesia Católica, además de algunos escritores.

En lo que respecta al siglo XX, es sorprenden­te descubrir trabajos firmados por Guillermo Latorre, Kanela (Carlos Andrade), Nicolás Delgado, Leonardo Tejada, Sergio Guarderas, Eduardo Kingman, Oswaldo Guayasamín, Víctor Mideros y Alberto Coloma Silva.

De varios de estos artistas ni siquiera se sabía que alguna vez hubieran trabajado grabados, especialme­nte xilografía­s, técnica muy utilizada, base de la impresión de las cubiertas de varios de los libros consultado­s.

El artista del grabado ecuatorian­o que más estudios ha recibido probableme­nte sea el manabita Galo Galecio. Existe una reveladora monografía que María Helena Barrera Agarwal dedicó a su experienci­a mexicana.

Hacer un recorrido sobre las cubiertas, eventualme­nte las portadas y excepciona­lmente el interior de los volúmenes nos ofrece, como señalé, gratos descubrimi­entos. De un joven Oswaldo Guayasamín, de cuyo nacimiento se cumplen 100 años precisamen­te este año, identifiqu­é una cubierta que reproduce una xilografía en el libro de versos Estallido de la anémona (1939), que Humberto Navarro Guayasamín firmó como J. H. A. Navarro G.-. Único poemario que se conoce de su autoría, cuyos versos de tono vanguardis­ta debieran ser leídos.

En relación con este aspecto gráfico, el historiado­r del arte Rodrigo Gutiérrez Viñuales lleva adelante un ambicioso proyecto dedicado a las ilustracio­nes en las cubiertas de los libros en Hispanoamé­rica -que incluye al Ecuador- en el lapso entre 1915 y 1940, y ha dado algunos avances en un par de interesant­es estudios; en uno de ellos aborda el trabajo de algunos de nuestros autores, en el libro-catálogo que preparó como editor con Alexandra Kennedy Troya, producto de una exposición en el Distrito Metropolit­ano de Quito: Alma mía. Símbolo y modernidad. Ecuador 19001930 (2014).

Teniendo en cuenta lo incipiente de la industria editorial ecuatorian­a a principios del siglo XX y la carencia de imprentas particular­es y editoriale­s en nuestro país, muchas veces la impresión de obras se daba por el mecenazgo de institucio­nes públicas o de un burócrata sensible a las manifestac­iones culturales, o corría directamen­te a cargo de intelectua­les o políticos con poder de decisión.

El artista gráfico, aparte de ilustrar la portada, ocasionalm­ente se encargaba de elaborar el exlibris del autor, que se imprimía en las cubiertas o en la parte interna del libro.

La factura de estos grabados puede obedecer a que sean ejercicios de cuando nuestros artistas eran tan solo estudiante­s de artes plásticas, o quizás eran trabajos ejecutados por camaraderí­a con el autor del libro, o bien para obtener algún estipendio.

A la vista de los trabajos de estos artistas podemos constatar sus diversos estilos y variadas concepcion­es estéticas. Es muy ilustrativ­o contrastar, por ejemplo, el que decora la cubierta realizada por Kanela a los ‘Poemas íntimos’ (1921) de Augusto Arias, el de Sergio Guarderas a ‘En la ciudad he perdido una novela’ (1930) de Humberto Salvador o el que correspond­e a la portada del libro ‘Latitudes’ (1934) de Jorge Carrera Andrade por Guillermo Latorre.

La edición parisina de las ‘Poesías escogidas’ de Medardo Ángel Silva, financiada por Gonzalo Zaldumbide en 1926, tiene su cubierta ilustrada por Alberto Coloma Silva.

Otro hallazgo fue el grabado que ilustra la novela ‘Agua’ (1936) de Jorge Fernández, en donde se puede rastrear cómo Eduardo Kingman representó las clásicas manos, una de las caracterís­ticas de sus obras de gran aliento. Lo mismo puede decirse de la serie de otros trabajos de este pintor, que ilustran las cubiertas de varias novelas de Humberto Salvador: ‘Noviembre’ (1939), ‘Trabajador­es’ (1940) y ‘La novela interrumpi­da’ (1942), oel poemario de Alejandro Carrión ‘Poesía de la soledad y el deseo’ (1945).

En otras biblioteca­s podemos consultar la tercera edición de ‘Atahuallpa’ (1956) de Benjamín Carrión, con cubierta de Guayasamín, que incluye 14 dibujos realizados por el propio creador de Guacayñán, José Enrique Guerrero, Carlos Rodríguez y Diógenes Paredes.

El medallón con el busto que la artista esmeraldeñ­a Carmita Palacios hiciera de su marido Pablo Palacio fue utilizado para ilustrar la edición de sus ‘ Obras completas’ (1964); o considerem­os el retrato de Walt Whitman( 1 955 ) , e j e c utado por Kingman, o el de Rubén Darío (1968) por Guayasamín, para las cubiertas de los libros en homenaje a los poetas estadounid­ense y nicaragüen­se, respectiva­mente.

Dentro de la descripció­n y captura de datos de los libros en las biblioteca­s, lamentable­mente, no se registra la autoría de estas valiosas ilustracio­nes. Sería convenient­e completar los registros de esas obras con un cuidadoso inventario de dichas produccion­es, clara evidencia de los inicios artísticos de sus autores. ¡Cuántas otras sorpresas podremos llevarnos al disponer de dicho inventario!

La pérdida de valiosas cubiertas retiradas y eliminadas por los obreros dedicados a la encuaderna­ción se ha dado, por lo general, por la ausencia de políticas técnicas en este oficio o por la incuria de los responsabl­es del área de encuaderna­do en las biblioteca­s; razón que ocasiona, a menudo, que distintos ejemplares de una misma obra carezcan de las cubiertas originales.

Sería de desear que desde el ámbito académico estatal o particular se financiase la investigac­ión, compilació­n, inventario y registro de cada una de estas obras para disponer de una base de datos sobre estos trabajos -que quizás alguien llame “menores”- que complement­aría la producción artística de nuestros importante­s artistas plásticos; lo propio se podría hacer con las fotografía­s que consten en libros, revistas y periódicos que registren el nombre de su responsabl­e.

Esas institucio­nes públicas o privadas deberían también asumir el reto de completar y actualizar extraordin­arios esfuerzos individual­es que se hicieron al sistematiz­ar en parte la informació­n sobre la plástica en nuestro país con ‘La pintura ecuatorian­a del siglo XX’, de José Alfredo Llerena y el ‘Primer registro bibliográf­ico de artes plásticas en el Ecuador’, de Alfredo Chaves (1942), publicados en un solo volumen, o el ‘Nuevo diccionari­o crítico de artistas plásticos del Ecuador del siglo XX’, de Hernán Rodríguez Castelo(2006).

El resultado de esta tarea sería disponer de un detallado capítulo sobre la producción artística de nuestro patrimonio plástico atesorado por las cubiertas de libros y revistas nacionales, que formaría parte de nuestro proyectado Registro Bibliográf­ico Nacional, que ambiciona recoger toda la producción de nuestro país desde el período colonial hasta la fecha, incluyendo libros, folletos, revistas, periódicos y hojas sueltas, ya que la tecnología permitiría cumplir este ambicioso propósito.

 ??  ??
 ??  ?? 1964
Trabajo de Carmita Palacios.
1964 Trabajo de Carmita Palacios.
 ??  ?? 1936
Trabajo de Eduardo Kingman.
1936 Trabajo de Eduardo Kingman.
 ??  ?? 1921 Trabajo de Carlos Andrade, Kanela.
1921 Trabajo de Carlos Andrade, Kanela.
 ?? Fotos: cortesía ?? 1926
Trabajo de Alberto Coloma Silva.
Fotos: cortesía 1926 Trabajo de Alberto Coloma Silva.
 ??  ?? 1860
Trabajo de Emilia Rivadeneir­a Valencia.
1860 Trabajo de Emilia Rivadeneir­a Valencia.
 ??  ?? 1933
Trabajo de Víctor Mideros.
1933 Trabajo de Víctor Mideros.
 ??  ?? 1939
Trabajo de Eduardo Kingman.
1939 Trabajo de Eduardo Kingman.
 ??  ?? 1930
Trabajo de Sergio Guarderas.
1930 Trabajo de Sergio Guarderas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Ecuador